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El Conde Lucanor

Publicado por Aroa Plaza

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En el artículo anterior dedicado al escritor Don Juan Manuel (puedes leerlo pinchando en este enlace: Don Juan Manuel), ya anunciamos que hoy nos ocuparíamos de su obra más conocida El Conde Lucanor o Libro de Patronio. Gracias a esta obra Don Juan Manuel ha pasado a la historia como uno de los mejores escritores en prosa del siglo en el que desarrolló su obra, es decir, el siglo XIV. Por ello, veamos ahora con detalle las características esenciales de esta obra que tanto renombre le otorgó:

En cuanto a la estructura, se puede señalar que el libro está compuesto por dos prólogos iniciales a los que les siguen cinco partes perfectamente delimitadas. De estas partes la primera de ellas es la que tiene más importancia y suscita un mayor interés: en ella, podemos leer cincuenta y un “exiemplos”, en los que el autor emplea la misma estructura en todos ellos:

En primer lugar, aparece el Conde Lucanor, señor feudal, que solicita los consejos de Patronio, su ayo, para solucionar que los problemas que se le plantean.

A continuación, Patronio contesta a su señor con un “exiemplo” relacionado con el problema que este le plantea y del que siempre se extrae una enseñanza moral. El conde sigue este consejo y el problema se soluciona.

Para finalizar, el autor del libro, Don Juan Manuel, condensa el contenido de esa moraleja en un pareado que pone fin al cuento.

Respecto a la temática que aborda el libro, diremos que es amplia; pues, en el se recogen todos los temas relevantes para la sociedad de ese momento. Tanto los que conciernen a las clases más pudientes como los que atañen a los estratos sociales más bajos. Esto provoca que los personajes que aparecen en los cuentos sean personajes de todo tipo. En los cuentos se lucha contra inmoralidades o corrupciones del alma como la avaricia, la pereza, la mentira, la soberbia, etc.

La lengua y el estilo empleados por Don Juan Manuel son reflejo de su personalidad y de su propósito como escritor: emplea un vocabulario escogido con cuidado, claro y conciso que no deja lugar a malos entendidos, ya que su fin era enseñar y para ello debía ser entendido con facilidad. Usa la adjetivación de forma muy precisa y el vocabulario es rico y variado, aunque hemos de decir que su escritura no era perfecta y aparecen en el libro incorrecciones frecuentes en la época como un empleo excesivo de la conjunción “e” así como del verbo “dezir” entre otras.

Las fuentes que sirvieron de inspiración al escritor para la creación de esta obra fueron tanto cuentos orientales como clásicos de la tradición de España o relacionados con la religión. Por tanto, aunque es cierto que no es obra puramente original, podemos decir Don Juan Manuel supo darle su toque personal y convertirla en una gran obra dentro de este tipo de literatura.

Para finalizar hablaremos del propósito de la obra, que el propio Don Juan Manuel cuenta en su prólogo: por un lado, pretende que la escritura de esta obra le sirva para aumentar su fama y riqueza y, por otro, evidentemente busca enseñar y moralizar al lector.