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El teatro barroco francés

Publicado por Aroa Plaza

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Después de haber estudiado en el artículo anterior el contexto histórico-cultural en el que se desarrolla el teatro francés del Barroco; ahora, nos disponemos al estudio del mismo. Comencemos:

Se ha dicho que la tragedia Le Cid de Corneille, estrenada en el año 1636, inicia una época curiosa para el drama francés que terminará al finalizar el siglo. En ese momento el teatro francés presenta caracteres clásicos y surge en él uno de los grandes dramaturgos de Francia, hablamos, evidentemente, de Molière.

Frente a lo que cabía esperar, el teatro francés de la segunda mitad del siglo XVIII no es brillante, ya que los dramaturgos se imponen una serie de reglas como el uso casi exclusivo del verso alejandrino o la condensación de la acción por medio de las unidades lugar, tiempo y acción, que acabaron por hacer de este teatro algo monótono, que solamente autores de la talla de Molière o Racine podían enfrentar y salir victoriosos.

Durante la primera mitad del siglo XVI los géneros empleados durante la Edad Media siguen vigentes; sin embargo, en el año 1548 se prohíbe representar los misterios sagrados alegando que producía algunas insolencias en sus representaciones; aunque sí se permitió seguir escenificando obras de carácter profano si se hacía lícita y honestamente. Este hecho interfirió en la evolución natural del teatro francés.

Por esa misma época, llega a Francia el teatro de los comediantes italianos y las compañías teatrales francesas no tardan copiarlos.

Al mismo tiempo, el teatro de los clásicos despierta el interés de los literatos franceses y en 1561 a través de la Poética de Scaligero se divulgan los antiguos ideales y se plantean las reglas que han de seguir las tragedias. Así con la prohibición de representación del Parlamento y la implantación de los gustos clásicos se llega a la tragedia clásica, aunque todavía no se implantará del todo el teatro clásico.

A finales del siglo XVI y principios del XVII, el teatro francés sigue una evolución muy similar a la de teatros como el español o el inglés: se mezclan diferentes estilos y géneros, se rompen las reglas, etc. La tragicomedia se prefiere a la tragedia y se emplean elementos inverosímiles, sobrenaturales, patéticos y excitantes.

El teatro francés se vio beneficiado por las compañías cómicas de teatro ambulantes, pues estas hacían representaciones muy variadas, que en ocasiones desterraban lo superfluo y pedante de la nueva tragedia neoclásica. De unas de estas compañías salió el escritor Alexandre Hardy que escribió una gran cantidad de obras teatrales para los actores de su troupe. De su producción podemos destacar tragicomedias como La bella egipcia o La fuerza de la sangre.

El ambiente en el que se produce este teatro es similar al ambiente en el que surgió el teatro barroco español, aunque es cierto que existieron diferencias que hicieron que el teatro barroco del país galo desembocara en el teatro neoclásico en la segunda mitad del siglo XVII.

A fines del siglo XVI, las representaciones teatrales podían realizarse tanto en locales improvisados, lugares en los que normalmente actuaban las compañías ambulantes, o en teatros fijos como el Hôtel de Bourgogne. También existían los teatros reales como el Petit-Bourbon o el Palais Royal.

Es así cómo se desarrolló el teatro barroco francés y es en este marco donde surgirá el teatro neoclásico que estudiaremos en el próximo artículo.