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Horacio

Publicado por Pablo

HoracioSi ya Catulo había abierto en Roma las puertas de la poesía, Horacio vino a representar, junto con Virgilio, su etapa de plena madurez. Horacio consiguió que la poesía adquiriera una nueva categoría dentro de la sociedad romana, y que gozara de un prestigio sin precedentes. Tras la muerte de Virgilio en 19 a.C., Horacio se convirtió en su máximo representante.

No buscaba el éxito ni la inmediatez, tal como había hecho Catulo. Ni su poesía era demasiado popular, dado su elevado nivel, su dificultad para ser verdaderamente paladeada por las masas. Era hijo de un esclavo emancipado, y tuvo la gran suerte de que Virgilio le presentara a un protector que le dio todos sus lujos para que pudiera ejecutar, sin limitaciones ni interrupciones, su prometedora tarea literaria.

Este hombre, de nombre Mecenas, era un noble romano que fomentó las artes y se rodeó de un nutrido círculo de literatos. Desde entonces, su nombre –“mecenas”- se aplica a todos aquellos que, financiando o patrocinando artistas, protegen e impulsan el desarrollo de las artes.

Horacio creó, con la protección de Mecenas, una obra literaria muy difícil de igualar. En ella destacan sus Sátiras, Epodos, Odas y Epístolas. Las Sátiras constan de diversas conversaciones, en las que se ataca e ironiza sobre los vicios humanos. Eso sí, sus burlas a las debilidades de los hombres eran bastante comedidas; Horacio se cuidó siempre de no caer, con demasiada gravedad, en el ataque personal. Cuando lo hacía, era hacia personas muertas y de poco renombre.

En cuanto a sus Epístolas, constituyen una obra de incalculable valor, puesto que nos permiten reconstruir la vida y las ideas de su propio autor, en especial acerca de la literatura. Horacio también se interesó por otra forma literaria: los epodos, unos poemas cortos, la mayoría de ellos de contenido político, pero en los que también introdujo un tema nuevo, el enamoramiento del poeta.

Finalmente, sus Odas representan la culminación de su obra lírica y una ruptura bastante radical con todo lo anterior. En ellas encontró su propia personalidad creadora, abandonando definitivamente la tosquedad y la vulgaridad que podía vislumbrarse en algunos de sus poemas iniciales. El poeta satírico de los comienzos se fue endulzando, y priorizó la reflexión moral y el sentimiento. En ese proceso, se acercó a otros poetas que incluso entonces eran ya remotos para los romanos: Safo y Alceo. De hecho, la intención de Horario no era otra que actualizar y “romanizar” aquella poesía. Por el camino, se convirtió en uno de los poetas más refinados y elegantes, más sutiles y preciosistas, de toda la literatura de la Antigüedad.