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La poesía cortesana del siglo XV

Publicado por Aroa Plaza

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La poesía cortesana del siglo XV será el tema que ocupará las líneas del artículo de hoy. Comenzaremos diciendo que el siglo XV constituye una época de cambios marcada principalmente por la llegada del Humanismo europeo que irá dejando entrever lo que después será el Renacimiento, movimiento que triunfará en el siglo XVI.

En la literatura de los inicios de este siglo hemos de destacar la importancia del Romancero, que se relaciona con la lírica y épica de la Edad media y, más concretamente con los Cantares de Gesta. Aquí podemos señalar la existencia de dos romanceros:

1. El Romancero viejo, que recoge los romances creados durante los siglos XIV y XV y que hasta entonces habían sido difundidos de forma oral. Este modo de transmisión de y el hecho de que no fueran firmados hizo que estas composiciones sufrieran cambios a lo largo del tiempo.

2. El Romancero nuevo, creado ya por los autores cultos del siglo XV que había sido cautivados por las composiciones del Romancero anterior.

Y es dentro de este contexto donde se desarrollará la lírica cortesana. Esta poesía basada en la lírica provenzal y el amor cortés adquirirá una nueva dimensión bajo la mirada de Petrarca. Este autor italiano impregnará con su estilo la poesía española del siglo XV: el amor idealizado y la sinceridad en los sentimientos se hallarán en gran parte de los versos de la lírica de esta época.

La lírica cortesana recorrerá los salones palaciegos, donde encuentra el público que la sabe apreciar. Allí, los trovadores y caballeros crean competiciones en las que el ingenio en la creación de versos y artificios lingüísticos se vuelve fundamental.

La lírica de este momento ha llegado hasta nuestros días recogida en Cancioneros, de entre los cuales podemos destacar dos: el Cancionero de Baena y el Cancionero de Stúñiga. En ellos podemos observar la existencia de dos grupos poéticos diferenciados: por un lado, encontramos una serie de autores que siguen las pautas claramente marcadas por la escuela galaico-provenzal en cuanto al tema del amor cortés; mientras que por otro, escritores como Juan de Mena y el Marqués de Santillana recurren a la tradición alegórico-dantesca.

1. JUAN DE MENA.

Juan de mena fue un escritor cordobés, que gracias a la buena posición de su familia pudo cursas estudios en la Universidad de Salamanca e Italia. En este último lugar es donde entra en contacto con las nuevas formas prerrenacentistas.

Su obra más destacable es Laberinto de Fortuna: en ella, Mena, a lo largo de unas trescientas estrofas, recurre al verso de arte mayor, muestra un lenguaje trabajado cargado de elocuencia y una marcada sonoridad en el ritmo. En definitiva, encontramos aquí un buen ejemplo de la poesía de la tradición alegórico-dantesca.

Además de la obra citada, conservamos otras composiciones en verso del autor como Lo claro-oscuro, Razonamiento con la muerte y Coplas contra los siete pecados capitales.

Además de la poesía, Mena también cultivó el género de la prosa en obras como, por ejemplo, Homero romanceado.

2. El MARQUÉS DE SANTILLANA.

Íñigo López de Mendoza, más conocido como el Marqués de Santillana, dedicó su vida a la poesía y a la poesía. Su adolescencia transcurrió fundamentalmente en la corte de la Corona de Aragón, donde conocerá la poesía catalana, valenciana, la trovadoresca e, incluso, se acercó la poesía italiana. Esto hace que su obra sea heterogénea, se mueve desde la poesía provenzal y galaicoportuguesa hasta las nuevas formas de la poesía de Italia.

Además de su influencia italiana, el Marqués de Santillana también se vio influido por la poesía árabe-andalusí, lo que se refleja en sus Serranillas, una serie de poemas que narran encuentros amorosos en un ambiente rústico. Estas composiciones son un claro ejemplo de la poesía cortesana, que combina la elegancia y la sofisticación con la sencillez y la naturalidad.

En cuanto a la prosa, el Marqués de Santillana también dejó su huella. Su obra más destacada en este género es Refundición de los Doce Trabajos de Hércules, una adaptación de las hazañas del héroe mitológico a la realidad de su tiempo. En ella, Hércules se convierte en un caballero medieval que lucha contra los males de su época, simbolizados por las famosas doce pruebas.

Para finalizar, es importante mencionar que la poesía cortesana del siglo XV no se limitó a los salones palaciegos. También se difundió entre la población a través de los juglares, que recitaban los poemas en plazas y mercados. De esta forma, la lírica cortesana se convirtió en un fenómeno cultural que trascendió las barreras sociales y geográficas, contribuyendo a la formación de una identidad cultural común en la Península Ibérica.