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La poesía en el reinado de Felipe V (II)

Publicado por Aroa Plaza

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Hoy continuamos el tema iniciado en el artículo anterior, la poesía en el reinado de Felipe V. Otro de los autores de esta época es Torres Villarroel, que en cierta medida se sale de este arquetipo de poeta cortesano; pues es un plebeyo, profesor de Universidad, etc. Se hace rico con sus pronósticos y calendarios y una superchería que tuvo mucho éxito. Es muy difícil ubicarlo en un determinado periodo. Lo que escribe en verso tiene una clara inclinación barroca en donde podemos ver sobre todo a Quevedo, aunque también a Góngora. Villarroel hizo de la poesía una ocupación social. Es un autor que se inserta en la tradición y a veces el problema está en descifrar la tradición. Abarca una fase de la vida del estudiante más vinculada a las experiencias vivenciales, de tal manera que lo que se recogen son elementos intemporales los problemas del estudio, exámenes, hambre del estudiante, etc.

Nos muestra una continuidad de la literatura del XVII y del XVIII y con él conocemos lo que se mantiene en el siglo XVIII de la literatura barroca.

Otro aspecto destacable en esta época es la existencia de las Academias, que son instituciones privadas que tienen una doble actividad: creativa y crítica. Estas academias comienzan a abrirse en el XVIII a los no aristócratas e incluso a las mujeres. En el final del reinado de Felipe V, además de las academias, destaca la impresión de textos de autores que habían desaparecido: Bances Candamo, etc. Junto a esto, se produce la reimpresión de textos épicos como La Araucana, que es otra de las líneas poéticas del XVIII.

Este renacer de la poesía épica se debe a que encontraban en ella un medio de exaltación y de propaganda que tenía mucha aceptación entre los lectores. Propaganda y legitimación son las claves del reinado borbónico.

Otro tipo de texto de mucho éxito es la sátira política, como la que va en contra de Campillo o del senado. Esto es un sesgo más de la pervivencia del régimen señorial. Estas sátiras atacan a los personajes de ese régimen señorial, el Rey no tiene la culpa, los culpables son los consejeros, los ministros, etc.

En 1736-37 se produce la publicación de La poética de Luzán. En el Diario de los literatos de España se hace una reseña de la obra de Luzán, criticándole algunas cosas. Los autores del Diario hicieron una crítica de los poetas que “escribían al hombre y no a la forma”. Esta censura se vierte desde una ladera lingüística, pues se les critica la falta de claridad, la oscuridad, etc.

En Andalucía hay una escuela poética que permanece durante mucho tiempo y que se tiende a olvidar. Aquí, son ligeramente más conservadores que en el resto de España que continúa con el desarrollo del neobarroco. En la Academia de trípode es importante J. Luis Velásquez, con su obra Orígenes de la poesía castellana (1754). Esta academia en un momento determinado comienza a dulcificar la influencia de Góngora con Garcilaso.

En este momento existe también mucha poesía religiosa y traducciones de textos clásicos con intención didáctica que sale de la mano de los jesuitas, que fueron fundamentales en la transformación de los gustos poéticos del XVIII.