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Rainer Maria Rilke

Publicado por Pablo

RilkeLa literatura alemana previa a la Primera Guerra Mundial dio algunos autores geniales que pasaron a la posteridad. Rianer Maria Rilke fue, sin duda, el máximo exponente de la poesía alemana de este período. Nació en Praga, en una familia cuya madre tenía aspiraciones nobiliarias y literarias, por lo que dejó a Rilke con su padre para irse a la corte vienesa a hacer realidad sus sueños. Su padre, frustrado militar, era funcionario e hizo entrar a Rilke en una academia militar a los once años. Luego hubo de abandonarla por una enfermedad que le hizo ir a vivir con unos parientes ricos, ya que su padre no podía ocuparse de él. Aunque querían que fuera bogado, Rilke se entregó a la poesía y al amor.

A principios de siglo, Rilke conoció a una mujer rusa, con quien inició una relación a tres junto a su marido, que era profesor. Vivió con ellos en Berlín y viajó a Rusia a menudo, país que le impresionó, y en el que tuvo la oportunidad de conocer a Tólstoi. En este período publica El libro de las horas, en el que da las primeras muestras del auténtico valor de su poesía. Hace planteamientos realmente sorprendentes en sus poemas, como la posibilidad de que Dios sea hijo del hombre o que la muerte sea la llave reveladora de la verdad. Rilke introduce al lector en diversos mundos imaginarios que sirven de excusa para hablar de lo que realmente es el eje central de todo: la poesía y el poeta.

Después de sus viajes a Rusia, Rilke empezó a frecuentar un grupo de pintores y escultores que entre los que se encontraba la escultra Clara Westhoff, con quien se casó. Su matrimonio sin embargo no duró mucho, y pronto Rilke abandonó a su mujer y a su hija y empezó a viajar por distintas ciudades sin fijar residencia. Sus estancias más largas las pasó en París, donde fue secretario del escultor francés Aguste Rodin.

Rilke buscaba el ideal de “poema-cosa” o “poema-pintura”, y en ello centró su Libro de las imágenes. Estas mismas ideas las reflejó en dos de sus réquiem, uno dedicado a una amiga pintora y otro a un poeta suicida.

Tras estos temas, Rikle inició un nuevo período en el que echó la mirada hacia atrás para buscar refugio en los clásicos alemanes, como Goethe y Hölderlin. Fue una etapa poco productiva, en la que parecía haber perdido toda su inspiración. Toda su producción se condensó en las Elegías de Duino, a las que siguieron sus Sonetos de Orfeo. Más adelante escribiría algunos réquiems más, pero su obra ya no volvió a alcanzar las cotas que logró en sus años de madurez. Finalmente murió en 1926.