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Teatro contemporáneo

Publicado por Pablo

teatro-contemporaneo.jpgLa tendencia principal del teatro occidental, al menos desde el Renacimiento, fue el intento de mostrar en el escenario el mayor realismo posible. A finales del XIX, y sobre todo durante todo el siglo XX, esta tendencia fue progresivamente desapareciendo a medida que los movimientos vanguardistas fueron ganando importancia en el campo del pensamiento, de las artes y de la literatura. De esta forma, el teatro contemporáneo se encaminó hacia la abstracción, el simbolismo y la experimentación escénica.

Aunque sería difícil personificar este cambio de dirección en el mundo del teatro, tal vez el primer dramaturgo decididamente antirrealista fuera el alemán Richter Wagner. Wagner consideraba que el teatro debía crear un mundo mítico e idealizado desde el que compartir altas experiencias con el espectador, y no simplemente representar el mundo tal como era en la realidad, actividad a la que el alemán no encontraba sentido. El teatro, pues, debía volver a sus raíces antiguas, separarse de la realidad y alcanzar nuevas cotas.

Las ideas de Wagner calaron profundamente entre los simbolistas franceses, que llevaron a cabo un proceso llamado «desteatralización del teatro». Retirar del ámbito escénico todas las tecnologías y decorados, y dejaron únicamente la interpretación y la espiritualidad del texto escrito. Aunque las obras más puramente simbólicas alcanzaron cierto éxito durante su época -como las de la belga Maurice Maeterlinck-, el verdadero éxito del simbolismo fue influir en mayor o menor medida en algunos de los grandes autores del teatro contemporáneo. Chejov, Ibsen, Strindbeg, O`Neill, Tennessee Williams y Harold Pinter muestran en sus obras algunas ideas y procedimientos basados en estas concepciones.

La ruptura con en realismo fue, en cualquier caso, un catalizador que permitió a los dramaturgos de todo el mundo explorar vías hasta entonces desconocidas. Al simbolismo se le añadieron el teatro del absurdo y el teatro de la crueldad, por citar algunos ejemplos, a lo largo del siglo XX. En España, Ramón María del Valle-Inclán creó una genuina variedad llamada «el esperpento», con el que exageró de forma grotesca y desenfrenada determinados aspectos de la realidad social para crear de esa manera una feroz crítica hacia la realidad de su época.

Los mismos medios, aunque con muy diferentes objetivos, utilizaron los expresionistas alemanes, creando situaciones de exageración y distorsión por medio de una utilización cuidadísima de las luces y las sombras. Estas tendencias expresionistas se exportaron a su vez al cine de la época, creando obras tan conocidas como El gabinete del doctor Caligari.