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Los recursos estilísticos por cambio de significado

Publicado por A. Cerra

Y vamos a acabar los post dedicados a los distintos recursos estilísticos. En las últimas semanas nos hemos dedicado a presentaros los recursos basados en la adicción o en la supresión de palabras o expresiones, así como también han tenido cabida aquellos cuya técnica radica en el cambio de orden de los elementos en una oración, o en la sustitución de unos elementos o palabras por otras.

Es decir que ya solo nos quedan los recursos estilísticos que suponen un auténtico cambio de significado para una palabra, para toda una frase e incluso para un párrafo o un poema. Son recursos estilísticos de gran altura literaria y en muchas ocasiones se los conoce como tropos. ¿Cuáles son? A continuación os los presentamos.

La metonimia. Es una especie de rebautizo de algo o alguien. Un nuevo nombre cuya razón se basa en la procedencia, en la causa que lo origina o el efecto que produce, su autoría, su contenido, etc. Por ejemplo:

Miguel es un guitarra magnífico (obviamente, porque toca muy bien ese instrumento).

Yo me bebo La Rioja (Es una metonimia al referirse a los vinos producidos en los viñedos de La Rioja, pero también es un inmensa hipérbole)

El sinécdoque. Este no es un recurso sencillo. Con él se establece una relación entre lo que se dice con cierta cuantificación. De algún modo, se juega con una mención del todo por la parte, y también al contrario, de la parte por el todo. ¿A qué nos referimos? A frases como estas:

Tengo que alimentar a seis bocas (son seis los miembros en la familia)

Y por extensión, también se llama sinécdoque al recurso estilístico de cambiar indistintamente el singular por el plural, el género por la especie o lo abstracto por lo concreto. Varios ejemplos:

Estas son las características del reno (son de todos los renos)

¡Qué mirar más hermoso! (son bellos sus ojos)

Metáfora visual

La metáfora. Y acabamos con el recurso literario por excelencia: la metáfora. Un recurso que siempre suele tener una enorme carga lírica, ya que se trata de sustituir un concepto por otro, basándose en una semejanza. Es tanta la calidad poética de la metáfora, que los más escrupulosos con ella distinguen entre la metáfora pura y la impura.

En el caso de la metáfora pura solo parece el término imaginario, como en:

El mar de tus ojos

Mientras que en la metáfora impura, están presente los dos términos, el imaginario y el real:

Tus ojos son el mar