Lenguaje proverbial
El artículo de hoy está dedicado al lenguaje proverbial que se emplea de forma abundante en el código restringido, es decir, en el habla coloquial. El uso de refranes se halla, pues, ampliamente extendido entre los hablantes de español. Ya en la Edad Media, los escritores ponían en boca de sus personajes refranes recogidos del folclore de la comunidad en la que vivían. En una obra tan conocida como El Quijote podemos ver el uso del refrán por parte de Sancho Panza, que era reprendido a causa de uso por don Quijote, amante del habla culta y refinada. El escudero que solo conocía el habla coloquial y vulgar conocía gran cantidad de refranes y sabía emplearlos en el momento adecuado; sin embargo, el caballero don Quijote no acertaba a emplear ni un refrán de manera oportuna.
Como todos sabemos, los refranes presentan afirmaciones que son aceptadas y consideradas como válidas por toda una comunidad. Su estructura fija unida a un significado concreto, facilita la comunicación al hablante al no tener que construir una oración para expresar el sentido que un refrán recoge. No obstante, el refrán puede emplearse de forma generalizada y puede perderse parte de la información y los matices que el hablante desearía expresar. Este aspecto, puede explicar en parte que el uso de refranes esté más extendido entre aquellos hablantes que hacen uso del habla coloquial y vulgar, quedando así fuera del habla formal. La misma consideración merecen las comparaciones tópicas como: bueno como el pan, blanco como la leche, ponerse como una fiera, etc. Y también aquellas expresiones con rima del tipo a trancas y barrancas, corriente y moliente, etc. Como ya dejamos entrever más arriba, el refrán permite al hablante realizar un esfuerzo mental menor y, por ende, un escaso esfuerzo idiomático.
Gracias a la consideración de verdad absoluta que estos reciben pueden llegarse a justificar con pocas palabras grandes aberraciones. Un ejemplo de esto, lo vemos en la Celestina cuando esta intenta convencer al criado de Calisto para que traicione a su amo empleando el refrán: “A tuerto o a derecho, nuestra casa hasta el techo”, que viene a decir que lo importante es tener muchos bienes sin importar el modo en que estos se consiguen.
Algunas de las características propias del leguaje proverbial o refranes son las siguientes:
– La brevedad: con el fin de no interrumpir el discurso y entorpecer la comunicación los refranes son breves.
– Para ser recordados con facilidad los refranes poseen unos rasgos concretos que pueden resumirse en estos dos apartados:
a) Normalmente, tienen una estructura bimembre, esto es, constan de dos proposiciones.
Ejemplos: Ande yo caliente / y ríase la gente.
A mal tiempo / buena cara.
b) Ya que los refranes tienen sus orígenes en épocas remotas es frecuente que en ellos encontremos palabras arcaicas. También es habitual la presencia de regionalismos, extranjerismos y, en algunas ocasiones, de palabras inventadas para ese refrán en concreto.
Ejemplo: El agua ni embeoda ni endeoda = El agua no emborracha ni endeuda.
¡Esperamos que te haya resultado interesante!