Sujeto morfológico
La mayoría de las oraciones cuentan con un sujeto y un predicado. En el predicado se nos describe una acción, se nos dice “lo que ocurre”. En el sujeto nos informamos de la persona, del animal o de la entidad que protagoniza esa acción que es describe en el predicado. Digámoslo de la forma más sencilla: el sujeto es el encargado de decirnos “quién” realiza la acción, “quién la causa” o bien “quién la padece”, si la oración fuese dicha en voz pasiva. Mejor explicarlo con un ejemplo. Si tomamos de la oración “Mi padre y yo jugamos al ajedrez todos los fines de semana”, entonces, para averiguar el sujeto, tendríamos que preguntarnos “¿quién juega al ajedrez todos los fines de semana?”. La respuesta, naturalmente, no podría ser otra que “mi padre y yo”, y ese es el sujeto.
Sujeto proviene etimológicamente de la palabra latina subiectus, que significa más o menos lo mismo que significa ahora. Aquella palabra hacía referencia a la persona y a lo que ésta pensaba, a su punto de vista, y de ahí que también sea el origen de otras palabras castellanas como subjetivo o subjetividad.
Sin embargo no todos los sujetos son iguales. Por ejemplo, en nuestro ejemplo anterior (“Mi padre y yo…”) estaríamos hablando de un sujeto compuesto, ya que tiene dos núcleos (padre y yo). Si dijéramos “mi padre juega al ajedrez todos los fines de semana” entonces el sujeto sería simple, ya que tendría un un solo núcleo (padre). En este caso, además, el sujeto sería expreso, ya que aparece en la oración, pero podría no aparecer si supiéramos de quién estamos hablando.
Vamos a explorar esa idea, que es de la que queremos hablar en este artículo. Imaginemos que sólo dijéramos “Jugamos al ajedrez todos los fines de semana”. Es una oración gramaticalmente correcta en la que se describe una acción (“jugar al ajedrez”) y se establece un sujeto que sin embargo no aparece. Existen dos tipos de sujetos en juego en oraciones como esta, y vamos a intentar explicarlo bien.
Sin más información, no podemos saber exactamente quiénes son los que “juegan al ajedrez”, aunque por la desinencia del verbo sí sabemos algo: estamos hablando de “nosotros”. “Nosotros” es la persona gramatical, “nosotros” somos los que “jugamos al ajedrez”, y por lo tanto, “nosotros” es lo que llamamos un sujeto morfológico.
El sujeto gramatical se confunde a veces con el sujeto tácito, pero son diferentes. El sujeto tácito requiere un contexto. Por ejemplo:
Mi padre es un gran aficionado al ajedrez. Jugamos todos los fines de semana.
En la segunda oración no hay ningún sujeto expreso. El sujeto morfológico es nosotros, que podemos deducir fácilmente por la desinencia del verbo jugar. El sujeto táctico es “mi padre y yo”, ya que podemos averiguarlo por el contexto (exactamente, por la oración anterior).