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La adecuación textual

Publicado por Aroa Plaza

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En el artículo de hoy continuaremos abordando el tema de las propiedades del texto. Como ya hemos visto anteriormente, un texto debe poseer una serie de propiedades para que el proceso comunicativo sea correcto. Sabemos que los textos han de ser coherentes, es decir, que han de presentar una estructura semántica unitaria; y, también, que estos han de confeccionarse de forma cohesionada, o sea, que las partes que lo componen han de estar perfectamente conectadas las unas con las otras. Pues bien, junto a la coherencia y la cohesión encontramos una tercera propiedad que han de cumplir los textos y que vamos a exponer a continuación, esta es la adecuación.

La adecuación consiste básicamente en adaptar correctamente el texto a la situación comunicativa en la que se desarrolla. En la composición de los textos entran en juego la creatividad y la toma de decisiones por parte de su emisor, este ha de saber, por tanto, cuáles son las particularidades de esa situación comunicativa y adaptar su texto a ellas.

Por ejemplo, si yo veo escrito un cartel en la puerta de una tienda que pone “Abrimos el sábado por la tarde”, entenderé el mensaje pero puede que me falte información; ya que el cartel puede referirse a cualquier sábado puesto que no sé cuando ha sido colocado, si se refiere a todos los sábados o a un sábado concreto, etc. Por eso, sería mejor presentar el cartel de la siguiente manera: “El sábado, 3 de marzo, abrimos por la tarde”.Otro error en la adecuación se produciría, por ejemplo, cuando gesticulamos al hablar por teléfono. Si estoy hablando con alguien por teléfono y digo “qué golpe me he dado aquí” señalando la parte golpeada, el receptor no podrá saber dónde he recibido el golpe. Por lo tanto, para que el enunciado sea adecuado a la situación comunicativa debería aportar más información: “Qué golpe me he dado en la rodilla”.

Para construir de modo correcto un texto teniendo en cuenta la adecuación, hemos de tener en cuenta todas las circunstancias que rodean al acto de comunicación: qué tipo relación tengo con el receptor y él conmigo, qué quiero transmitir, por qué, cuándo y cómo lo escribo, qué nivel del lenguaje es el más propicio, por qué canal voy a transmitirlo, etc. De este modo, un texto inadecuado será aquel que no cumpla estos requisitos.

Así, por ejemplo, si un psicólogo al redactar un informe de un paciente con graves problemas y por el cual siente pena, se deja llevar y plasma los sentimientos que la situación del paciente le originan, el texto resultaría inadecuado; dado que este tipo de documentos han de ser objetivos y los sentimientos del emisor han de quedar al margen.

En resumen, para cumplir la propiedad de adecuación, el emisor en la producción de los textos ha de tener en cuenta los siguientes aspectos: el tipo de relación existente entre emisor y receptor, cuál es la competencia lingüística que se posee y el nivel del lenguaje que debemos emplear, con qué intención construye el texto y cuáles son las circunstancias que rodean la situación comunicativa.