El texto y sus propiedades
Algo tan conocido como un texto es, sin embargo, un tipo de composición lingüística que conviene definir y conocer. Tiene sus propias características y propiedades que es necesario analizar para poder comprenderlo. Algo tan común como un comentario de texto tiene que empezar, si queremos que esté bien hecho, por saber percibir las partes, estructura, coherencia y relaciones internas del texto sobre el que trabajamos. Vamos a intentar definir todo ello:
Llamamos texto a la unidad de carácter lingüístico formada por un conjunto de enunciados con una estructura interna. Es el resultado de una actividad verbal, en la cual el emisor actúa con una intención comunicativa, y en un contexto determinado. Cuando tenemos que analizar un texto, identificamos los diferentes elementos lingüísticos que hacen dotan de coherencia a esa estructura interna.
La coherencia es una propiedad fundamental de los textos. Gracias a ella, estos pueden ser comprendidos como una unidad comunicativa con sentido. La coherencia tiene mucho que ver con la organización que se le dé a la información que contenga un texto. Si esa información está bien estructurada podremos, sin mayor problema, poner un título al texto, distinguir las ideas principales de las secundarias, y resumir su contenido informativo.
Hay dos tipos de información en un texto:
- La información que se supone conocida por el destinatario, que es el tema.
- Y la información nueva que se ofrece sobre ese tema ya conocido: el rema.
Tanto el tema como el rema cambian conforme el lector va avanzando en la lectura del texto. Así, lo que en un principio funcionaba como rema pasa a ser, en el capítulo o enunciado siguiente, el nuevo tema. A esta manera de ir aportando información nueva en un texto se le llama progresión temática, y es sumamente importante para que la comunicación que el emisor quería hacer llegar a sus receptores sea comprendida y aprehendida por estos.
La cohesión es otra propiedad que poseen los textos cuyas diferentes partes están relacionadas entre sí mediante diversos procedimientos lingüísticos, que pueden ser los siguientes:
Relaciones de correferencia: permiten deducir el significado de una palabra, generalmente un pronombre, recurriendo a otra, ya mencionada en el texto.
Las relaciones de correferencia pueden ser de dos tipos:
Anafóricas: relacionan una palabra con otra mencionada antes en el texto (ejemplo: el jugador marcó un gol y lo celebró con sus compañeros).
Catafóricas: la relación se establece con un elemento que aparecerá después de hacer referencia a él (ejemplo: el candidato dijo esto: “me presentaré a las elecciones”).
Elipsis: Aparece cuando se omite una palabra, un sintagma o toda una oración, porque se entiende que el lector puede deducir su contenido.
Relaciones léxicas: la cohesión entre las palabras de un texto es mayor cuando se establecen entre ellas relaciones de sinonimia, hiponimia, o cuando se utilizan palabras de un mismo campo semántico.
Presencia de conectores: conjunciones, locuciones, unidades léxicas, etcétera, ayudan a relacionar las partes de un texto. Los conectores pueden indicar distintos tipos de relación entre las ideas: adición, consecuencia, contraste, etcétera.