Evaluación del lenguaje
Cuando un nuevo miembro llega a nuestra familia en forma de bebé todo son dudas: ¿lo estaré haciendo bien?, ¿será buena idea acostarlo a estas horas?, ¿sería mejor acostumbrarlo a estar en espacios con ruidos?, ¿debería no cogerlo tanto en brazos para no fomentar la dependencia?, y así infinidad de preguntas que todas las personas te contestarán según sus conocimientos o experiencias previas y conseguirán liarte mucho más porque estas respuestas no suelen ser las mismas.
Pero si nos preocupa cómo los estamos cuidando y criando, al fin y al cabo, esta competencia depende exclusivamente de nosotros, pero, desafortunadamente existen otros aspectos que son mucho más importantes y nos preocupan más que no podemos controlar y es una lotería. Se trata de el desarrollo normal del niño.
Cuando los niños son todavía bebés, los padres de a pie no somos capaces de averiguar si éstos son capaces de ver, oír o hablar con normalidad ya que algunos desarrollan antes que otros y tampoco pueden respondernos si se lo preguntamos.
Pues bien, en el artículo de hoy nos vamos a centrar en cómo se puede detectar si nuestro hijo tiene algún trastorno con algún aspecto relacionado con la comunicación. Para ello, tendremos que recurrir siempre a un especialista.
Desde un primer momento tenemos que tener a nuestro alcance la información de a qué edades los niños desarrollan determinadas adquisiciones significativas del lenguaje. Las utilizaremos como apoyo para obtener datos acerca del nivel de conducta verbal que debería tener en cada etapa de su vida.
Debemos tener en cuenta que cuando un niño todavía no ha entrado en el colegio y, por lo tanto, no ha recibido clases de gramática, léxico y demás, puede haber adquirido algunos hábitos del lenguaje que se utilicen en su entorno cotidiano como lo es su familia. Un ejemplo claro de esto sería la pronunciación de un niño sevillano diciendo «Cevilla» en lugar de «Sevilla». Sabremos entonces con antelación, que el niño no tiene un trastorno del lenguaje por pronunciar así, sino que se trata de una variedad del dialecto andaluz.
Teniendo en cuenta lo anteriormente dicho, el especialista ya puede proceder a realizar la evaluación que consiste en los siguientes pasos:
– Hacer una descripción del problema concretando qué aspectos de la comunicación se están viendo afectados: voz, fluidez, lenguaje o articulación.
– Comprobar cuál es la gravedad del problema.
– Averiguar los posibles antecedentes y consecuencias.
– Hacer una evaluación de cuáles pueden ser los procedimientos utilizados para conseguir que el problema mejore.
– Elaborar un plan de intervención con el que se enfoquen de la mejor manera los objetivos específicos a conseguir.
En el post de mañana seguiremos hablando de cómo averiguar si un niño presenta algún trastorno en su habla o lenguaje centrándonos en los datos específicos que tendremos que observar, estudiar y analizar.