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Las variedades funcionales

Publicado por Pablo

DiscursoSi prestamos atención a nuestras actuaciones lingüísticas, nos daremos cuenta de que no utilizamos la lengua de la misma manera en las diferentes situaciones comunicativas en las que nos podemos encontrar a lo largo de nuestra vida. No hablamos de la misma manera cuando nos encontramos en una reunión familiar, o en un encuentro con nuestros amigos, que cuando, por ejemplo, tratamos de explicarle algo al director de nuestro centro educativo. Lo que en la aquella es normal, o simpático, en éste es vulgar. Y lo que en ésta es educado y elegante, en aquélla puede parecer pedante y fuera de contexto.

Lo que hacemos es adaptar nuestro uso de la lengua a las circunstancias de la situación comunicativa en la que nos encontramos. Esta adaptación es la que da lugar a la aparición de las variedades funcionales o registros lingüísticos. Los elementos de la situación comunicativa que determinan su aparición son los siguientes:

Canal

Es el medio en el que se desarrolla la conversación, que puede ser tanto oral como escrita. Los intercambios comunicativos orales se asocian más frecuentemente a registros informales, mientras que la comunicación escrita suele adoptar un tono más formal.

Tema

Normalmente, se relacionan los temas más generales con un registro del idioma estándar. Por el contrario, entendemos que, cuanto más específico es el tema del que se habla, es más posible que aparezcan registros especializados en la conversación. Cuando dos especialistas hablan de meteorología, es normal que se utilicen términos propios de esta ciencia. Pero cuando hablamos del tiempo que hace con nuestro vecino, por el contrario, utilizamos un lenguaje mucho más común.

Propósito o intención comunicativa del emisor

Sabemos que el lenguaje nos permite realizar actividades muy distintas: informar, opinar, explicar, expresar sentimientos, crear ambientes de cordialidad o de hostilidad, etcétera. La intención que rige la emisión del mensaje influye de forma notoria en que, a lo largo de la misma, se desarrolle un registro u otro. Si alguien empieza a hablar utilizando un registro coloquial, por ejemplo, contribuirá a que se forme un clima distendido, en el que su interlocutor o interlocutores se sientan cómodos y dispuestos a intervenir en la conversación. En cambio, si alguien se dirige a otra persona utilizando un lenguaje marcadamente formal, probablemente la otra parte no se sienta tan impulsada a dar su opinión, y no se sienta tan relajada.

Relación emisor-receptor

Esta es, sin la menor duda, la condición que más condiciona la utilización de un registro u otro. Los usos conversacionales resultan adecuados cuando tratamos con personas con las que mantenemos una relación cercana, de igualdad. Por ejemplo: con amigos, con familiares, con compañeros de clase, etcétera. Pero, cuando nos encontramos en una situación de inferioridad jerárquica, bien sea por razones de edad o de situación profesional, emplearemos, casi con total seguridad, un registro más formal, tratando de mostrar nuestro respeto y cortesía por la otra persona.