El eufemismo
Un eufemismo es una expresión aceptable social y políticamente que sustituye a otra que no lo es. Puede sustituir a una expresión vulgar, malsonante, ofensiva, de mal gusto, o tabú; bien sea para toda la sociedad o para un subconjunto de ella. En determinados contextos, un eufemismo puede ser simplemente una manera de referirse a algo sin revelar su verdadera naturaleza. Otras veces es utilizado con intenciones cómicas, haciendo entender al oyente o espectador que la comunicación se refiere a determinada cosa, pero sin hacerlo de forma explícita, manteniendo un estimulante juego de ocultaciones y dobles sentidos.
La palabra o expresión sustituídas por el eufemismo no han de ser necesariamente malsonantes o provenir de jergas lingüísticas. Pueden ser palabras perfectamente conocidas y aceptadas que, por alguna razón, no interesa nombrar en determinado contexto.
Los eufemismo son juegos de lenguaje muy utilizados en el discurso público, en los medios de comunicación y en la política.
La reciente crisis económica nos ha brindado numerosos ejemplos de lo anterior. Reacios a aceptar la palabra preocupante palabra «crisis» en su vocabulario de uso común, los gobiernos de muchos países occidentales han empleado otras palabras o expresiones, como «desaceleración» o «período de dificultades razonables».
El discurso público también nos brinda otros ejemplos, como el que camufla las películas eróticas o pornográficas bajo la etiqueta de «cine para adultos». Si bien cabría preguntarse si el resto del cine es «para niños», esto nos hace bastante explícito la naturaleza misma del eufemismo, que en su tarea de sustitución privilegia más la posible comprensión comunicativa que el estricto sentido léxico-semántico. En otras palabras, no importa tanto que el epíteto «cine para adultos», o la etiqueta «desaceleración económica», tengan sentido -que, como vemos, no lo tienen-, como que ambas expresiones sean correctamente entendidas por el gran público -que, en efecto, lo son, pues todo el mundo sabe qué es el «cine para adultos» y a qué se refiere su ministro de economía cuando habla de «desaceleración».
El eufemismo, en estos casos, funciona a nivel de comunicación y permite, a su vez, mantener el control del acto comunicativo incluso en situaciones o contextos difíciles.
Pero no es propio únicamente de la política o la empresa. En nuestra vida cotidiana hacemos uso de eufemismo cuando en lugar de decir «gordo» utilizamos adjetivos como «fuerte» o «llenito»; o cuando en lugar de «viejo» utilizamos palabras mejor vistas, como «mayor», o miembro de la «tercera edad».