El lenguaje jurídico-administrativo
Al formar parte de una sociedad organizada, hay episodios en nuestra vida en la que hemos de dirigirnos a un interlocutor nada común: la Administración. Así, rellenar un formulario, redactar una instancia, pedir una beca o testificar en un proceso judicial se convierten en actividades para cuyo correcto desempeño hemos de conocer una variedad lingüística específica: el lenguaje jurídico-administrativo.
Esta variedad funcional de la lengua –en la que, si tuviéramos deseo de adentrarnos, encentraríamos a su vez distintas sub-especies- se caracteriza por responder a tres rasgos básicos:
Carácter convencional y formulario: es decir, que los escritos adoptan formas textuales ya establecidas con anterioridad, y contienen a su vez fórmulas de obligado cumplimiento.
Ambigüedad y falta de claridad expresiva: que viene determinada por la extensión excesiva de los párrafos, por la abundancia de incisos aclaratorios, y por la inclusión de unas oraciones dentro de otras. Todo ello configura una recargada complejidad sintáctica que, sin embargo, es necesaria: viene determinada por el compromiso ineludible de explicar con detalle todos los aspectos del tema que se trata.
Carácter conservador: el cual se manifiesta, sobre todo, en el uso de arcaísmos, es decir, palabras o expresiones o frases que en el lenguaje estándar o común han quedado obsoletas y no se usan.
Además de los rasgos señalados, el lenguaje jurídico-administrativo se caracteriza por algunos rasgos más, entre ellos los siguientes:
En lo morfosintáctico:
– El tiempo futuro se utiliza como expresión de valor de mandato (por ejemplo: este documento será suscrito…)
– Hay una abundancia de construcciones de estilo impersonal (por ejemplo: se procederá al embargo…)
– Existe, como decíamos, una harto compleja estructuración sintáctica, en la que abundan las oraciones subordinadas e interpuestas.
– Se utilizan, frecuentemente, formas verbales no personales (infinitivo, gerundio y participio), que ignoran las referencias personales y buscan un tono fiable de objetividad y neutralidad.
– Se da una acumulación de locuciones prepositivas, así como adverbiales (por ejemplo: de conformidad con…, a efectos de…, a instancias de…)
En el plano léxico
– Se utiliza de forma voluntaria un vocabulario sumamente especializado, o lo que es lo mismo, tecnicismos jurídico-administrativos (por ejemplo: imputar, resolución, sobreseimiento…)
– Una de las características fundamentales y a la vez más llamativas es la abundante presencia de palabras que han caído en desuso en el léxico de la variante estándar (por ejemplo: cuando se dice librar con el sentido de dar curso a un expediente)
– Se utilizan con frecuencia las siglas y los acrónimos, que contribuyen a mantener la economía textual y aumentar la fluidez expresiva, en unos textos que por su propia naturaleza son densos y largos (por ejemplo: IVA, MEC, ESO…).