La morfología
La morfología es una rama de la lingüística que se ocupa del estudio de la forma de las palabras. De hecho, si sometemos el término a un leve examen etimológico, encontramos que la palabra morfología deriva del griego morfé (forma) y del tan común logía (estudio o tratado).
La morfología, como parte de la gramática, se propone despiezar nuestro pensamiento: tomar una idea e ir haciéndola pedazos hasta averiguar de qué manera opera nuestra lengua. Aunque estemos acostumbrados a considerar la labor de cada ciencia como un mundo particular, no es muy diferente la tarea de la gramática (y, por lo tanto, también de la morfología) que la tarea que realiza un biólogo cuando, frente a su microscopio, examina al detalle las células de un trozo de cualquier material, para averiguar de qué está compuesto. De la misma manera, el lingüista que se ocupa de la morfología toma las palabras, las pone en su microscopio y las despieza: así aparecen ante sus ojos las diferentes raíces que las componen: morfemas, sufijos, prefijos, interfijos, etcétera.
Así, la morfología empieza estudiando las formas más pequeñas de las palabras, para observar cómo operan, cómo se relacionan, cómo cambian y evolucionan. De esa manera, somos capaces de entender mejor el funcionamiento de nuestro lenguaje, y podemos utilizarlo con mayor precisión y eficacia. Estudiar la morfología es ir, poco a poco, desde lo más pequeño hasta lo más gigantesco (como un libro). Se empieza estudiando las letras, y se sigue observando cómo estas se asocian entre sí, y forman sílabas. A su vez, la asociación entre las sílabas hace que se formen las palabras, y la morfología también estudia los tipos de palabras y los diferentes usos y funciones que hacemos de ellas. Más adelante, esas palabras que parecían unidades sueltas se ponen una detrás de otra y forman oraciones, y de la relación entre unas y otras –entre palabras y oraciones- se ocupa la sintaxis, que es otra rama de la lingüística. Sobre ella hablaremos en otra ocasión.