Oraciones transitivas
En “La guía de lengua” hemos centrado nuestra atención, desde hace algún tiempo, en el estudio de las oraciones. Hemos afirmado que son estructuras que nos permiten dar salida, por medio del lenguaje, a pensamientos complejos configurados como enunciados portadores de sentido y significado. Esta definición es enormemente amplia, por lo que no es sorprendente que la mayoría de las veces debamos centrarnos en un aspecto muy pequeño dentro de este amplio mundo, y el artículo de hoy no iba a ser de otra manera.
En particular, vamos a ocuparnos en los siguientes párrafos de una tipología oracional bastante concreta: las oraciones transitivas. Bien, las oraciones transitivas lo son, o lo dejan de ser, en función del verbo que actúe como núcleo de su predicado. Se puede decir por tanto, sin miedo a equivocarse, que lo que marca la transitividad o la intransitividad de una determinada oración es su verbo principal.
¿Y qué es un verbo transitivo? Pues bien, un verbo transitivo es aquél que se guarda el derecho de seleccionar o exigir la aparición de un segundo objeto o argumento verbal sobre el que volcar su significado. Este segundo argumento no es otro que lo que conocemos como objeto o complemento directo. En este tipo de verbos, pues, la acción no puede quedar encerrada en sí misma, sino que transita del verbo al objeto. La acción es, pues, transitiva, y de ahí su nombre. Examinemos mejor esto último con algunos ejemplos:
Hemos obtenido una calificación excelente
En la anterior oración, “una calificación excelente” es el complemento directo de “hemos obtenido”. Es una oración transitiva, y para comprobarlo basta con suprimir el citado complemento directo y ver si lo que queda guarda sentido. “Hemos obtenido”, por sí solo, no forma una oración lógica, porque el verbo “obtener” es transitivo, es decir, requiere un complemento directo sobre el que volcarse. En otras palabras, requiere que alguien responda a la pregunta: “¿qué hemos obtenido?”.
Lo mismo ocurre cuando decimos:
Pablo tiene frío,
Juan adquirió unas entradas, ó
El verano pesado hizo un calor horrible
En cambio, si decimos:
Mi padre está leyendo
No hace falta que digamos más. Podríamos decir “mi padre está leyendo un libro”, pero si no incluimos ese complemento directo no estamos incurriendo en ningún error gramatical, porque esa oración es intransitiva.
Como es lógico, ya sabemos que una oración transitiva tiene que tener al menos dos elementos: un verbo transitivo y un complemento directo. Como es natural, puede -y suele- tener más cosas: un sujeto nominal, un complemento indirecto, algún complemento circunstancial, etcétera.