Aranmanoth de Ana María Matute

Tras escribir una de sus novelas más exitosas, Olvidado Rey Gudú, la autora española Ana María Matute sorprendió a todo el mundo con esta obra que por momentos puede parecer un libro casi de literatura infantil, pero que sin embargo es un magnífico relato con apariencia de leyenda en la que nos habla de cómo todos buscamos que nuestros sueños se hagan realidad.

Aranmanoth se ambienta en las atmósferas más legendarias de la Edad Media. Allí es donde vive el protagonista, el único hijo del Señor de Lines. Un muchacho, Aranmanoth, que como todos los jóvenes busca su lugar en el mundo, si bien él tiene que lidiar con unas condiciones muy especiales. Para empezar se trata de un personaje medio real y medio mágico, ya que si bien su padre es un hombre, su madre fue la más joven de todas las hadas del agua. Con esos orígenes no ha de extrañar que su vida no discurra por los cauces más habituales, entre otras cosas porque él es capaz de descifrar señales que no pueden leer los mortales. Por ejemplo es capaz de ver signos y mensajes en como vuelan los pájaros por el cielo o como nacen las hojas de los árboles.

Pero aunque eso lo convierte en un ser excepcional, la verdad es que está en el mismo proceso que todos los muchachos de su edad. Es decir, que está en un tiempo en el que debe conocer conceptos como el amor. Y más concretamente se enamora de la joven Windumanoth, que no es otra que la segunda esposa de su padre.

Windumanoth ansía volver a su tierra de origen, un territorio impreciso y que sencillamente se denomina como el sur. Y ambos muchachos acabarán emprendiendo el viaje a ese espacio mágico, sin saber muy bien donde se encuentra, ni que les espera en realidad.

En definitiva, es una novela que nos habla al fin y al cabo de las ansías de libertad, de perseguir los sueños, del amor y también de la naturaleza. Todo en un ambiente muy bucólico, aunque no faltan el mal, el dolor, la guerra y la muerte. Y es que toda esta fábula puede calificarse como propia del género fantástico, pero con una enorme calidad literaria capaz de dotar a la leyenda de unas lecciones de lo más esclarecedoras sobre el alma humana. Con el añadido de que la autora es capaz de hacerlo dándole el tono de un relato infantil, contado como si fuera para niños, pero con un trasfondo muy interesante para los lectores adultos.