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La capitana del Yucatán de Salgari

Publicado por A. Cerra

Muchos niños hemos aprendido a leer novelas gracias a los relatos del italiano Emilio Salgari. Él, y sus personajes más memorables como El Corsario Negro o Sandokán son los culpables de que muchos fuéramos infectados con el virus de la lectura. Es cierto que no ha pasado a la historia de la literatura como uno de los más grandes escritores del siglo XIX y comienzos del XX, pero la verdad es que es el autor de un conjunto de novelas de aventuras realmente fascinantes, que en muchas ocasiones se han calificado como literatura infantil o juvenil, si bien quien quiera pasar un buen rato puede leerlas independientemente de su edad. Eso sí, apreciará ciertos elementos de los que no se percata alguien más joven. Y es que sus relatos se basan en arquetipos, a veces no bien vistos en nuestros tiempos, pero hay que tener en cuenta el momento en el que escribió este autor, cuya vida se desarrolló entre 1862 y 1911.

Hemos elegido de toda su producción literaria la novela La capitana del Yucatán principalmente por un motivo: porque la heroína y protagonista es una mujer, la propia capitana que tripula el barco llamado Yucatán. Una mujer en un papel así no era nada habitual en aquellos años, y Salgari fue tan osado en ese aspecto como el propio personaje.

La novela se ambienta en la guerra entre España y Estados Unidos de 1898 que daría pie a la independencia de Cuba. Al servicio de España pone su nave la marquesa Dolores del Castillo, que pretende desembarcar en la costa cubana para llevar armas a las tropas españolas que allí resisten, aunque la historia nos dice que el final de la época colonial de España está cerca, y que la Guerra de Cuba y la independencia de Filipinas serán los últimos episodios tras siglos de posesiones españolas en ultramar, lo que conllevó al profundo Desastre del 98.

Pero independientemente de los hechos históricos, la novela se centra en una mujer aventurera, amante de su país y del peligro. La cual no duda en embarcarse en una aventura, que como en todos los relatos de Salgari es trepidante, ya que la acción no cesa. Los párrafos son de un dinamismo absoluto, salvo cuando se detiene para describir a los personajes, en los que se esmera en dejar claro su carácter desde un primer momento, ya que cada uno de sus rasgos se eligen de acuerdo a su personalidad.

Posiblemente para los lectores adultos y de comienzos del siglo XXI son precisamente esas descripciones lo que más nos puede llamar negativamente la atención. Y es que nos presenta personajes de una sola pieza, o sea, sin matices, o buenos o malos, sin puntos grises. Si alguien es valeroso, llega a ser temerario, y el que los malos llegan a ser malvados.

Por otra parte, tiene en cuenta muchos prejuicios vigentes en la época en la que escribió el relato, y por ello menosprecia a la población cubana nativa, con expresiones que hoy en día consideramos sencillamente racistas. Algo que sin duda hoy nos chirria al leerlo, y que en el caso de que lo lean niños bien merece una aclaración.