La polifonía
En el artículo de hoy vamos a hablar del concepto de polifonía en el proceso comunicativo. La lingüística moderna defiende el principio de unicidad del sujeto que habla, es decir, el emisor que pronuncia algo, que produce un enunciado, se considera un ser unitario y, por tanto, el responsable de aquello que dice. Esto es, un enunciado pertenece a un solo individuo. Sin embargo, realmente esto no es así, ya que buena parte de los enunciados que salen por boca de los hablantes son el producto de diferentes puntos de vista aglutinados por el emisor; de modo que, generalmente, tras un enunciado no hay un solo sujeto. Respecto a este asunto hemos de prestar atención a diversos aspectos. Veamos:
a) Es necesario que los signos que configuran la lengua se repitan, puesto que si esto no fuera así el sistema que la compone fallaría.
b) El discurso se perfila como la única realidad del lenguaje, se trata de un acto concreto diferente en dos sentidos:
1. Diferente de unos sujetos a otros.
2. Diferente en un mismo sujeto a tenor del contexto.
Una de las características propias del lenguaje es el dinamismo, permanentemente se están creando actos lingüísticos particulares. A su vez el lenguaje también es social, los hablantes de una lengua recrean patrones anteriores, ajustándose a una norma lingüística, para poder ser comprendidos por el resto de los hablantes de esa lengua. En definitiva, existe libertad a la hora de crear un discurso pero dentro de unos límites preestablecidos.
c) A la hora de relacionarnos con los demás muchos de nuestros discursos están sometidos a la convención, ya que la vida social del hombre posee una gran cantidad de rituales, protocolos, fórmulas, etc. Por ejemplo, “dar las gracias”.
El primer estudioso en ahondar en el concepto de polifonía fue Bajtín, quien advirtió en los textos literarios que en la literatura popular, a diferencia de lo que ocurría en la literatura de los clásicos, existían diferentes voces que se manifestaban de forma simultánea sin ser ninguna de ellas predominante.
Este concepto salta de la literatura a la lingüística de la mano de Ducrot, que no está de acuerdo con la idea de que aun enunciado le corresponde un solo sujeto y señala diferentes aspectos del sujeto:
1. El sujeto como agente de la actividad psicofisiológica que se produce al emitir un enunciado cualquiera.
2. Los actos ilocutorios que se cumplen al producir un enunciado son obra del sujeto.
3. Las marcas de primera persona designan al sujeto cuando este es un ente extralingüístico.
Llevar estos aspectos teóricos a la práctica resulta complicado cuando existe un enunciado en el que se repiten palabras.
Teniendo en cuenta esto, Ducrot confecciona la siguiente distinción:
1. El sujeto hablante efectivo que produce un enunciado es igual al autor de un texto literario.
2. El locutor es igual al narrador, es decir, el autor se halla dentro del propio enunciado.
3. El enunciador es quien se expresa por medio de la enunciación sin que haya que adjudicarle unas palabras concretas. Con la enunciación expresa su visión sobre algún aspecto.