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Jean Genet

Publicado por A. Cerra

Imagen de Jean Genet

El francés Jean Genet (1910 – 1986) es un importante autor de teatro francés, cuyo talento literario a veces se ha visto un tanto oculto por su propia vida. Haciendo que sus conductas por momentos muy amorales le conviertan a él mismo en un personaje.

El caso es que su infancia parece que lo destinó a llevar su particular modo de vida. Fue hijo de padre desconocido y su madre lo abandonó siendo un niño. Por ello fue criado en un orfanato y pronto empezó a vivir ajeno a las normas. Algo que mantendría durante años, como enfrentándose a esa misma sociedad que desde niño le trató mal. Él mismo dijo que ese continuo proceso de degradación en realidad era un camino hacia la santidad. Un camino en el que no faltaron las drogas, sus años como soldado de fortuna, los robos, la prostitución y la cárcel.

Fue precisamente estando encarcelado cuando comienza a escribir en 1942. Allí escribiría poemas y también dos novelas, Milagro de la rosa y La querella de Brest, ambas de corte autobiográfico, al igual que su posterior Diario de un ladrón de 1949.

No obstante, su estilo más personal lo iba a encontrar escribiendo obras de teatro. Si bien no pudo ver ninguna de ellas representadas. De hecho, hasta tuvo que exiliarse de Francia por los muchos escándalos que protagonizó y las acusaciones de pornografía. Tal vez por eso, desencantado, a partir de los 60, más que escribir se dedicó a la política y a apoyar movimientos como la de los derechos civiles en Estados Unidos o la causa palestina contra Israel.

En lo referente a su obra dramática, la podemos tildar de antirrealista. Él siempre nos plantea un juego de reflejos, al teatro dentro del teatro. Es decir que siempre se basa en referentes que reconoce el lector o espectador.

Eso ya aparece en su primera obra de 1947, Las criadas. Allí las protagonistas son dos sirvientas que además son hermanas. Ambas aprovechan la ausencia de la dueña de la casa para jugar a ser una señora y otra criada. Ese es su particular modo de evadirse de la opresión.

Pero ese juego de espejos alcanza su cenit con su obra Los negros de 1959. Allí unos actores negros representan la muerte ritual de una blanca. Pero todo es apariencia. En realidad, lo que se representa es la muerte de un negro traidor, mientras los blancos asisten a la obra. En fin, que genera en todo momentos dudas sobre lo que se ve y lo es la realidad. Por no hablar de como relativiza la moralidad de nuestra sociedad.