Romances novelescos
Los romances noticiosos así como los heroicos se ven novelizados a posteriori. Además, las temáticas de las baladas europeas también aparecerán en esos romances novelescos, aunque hemos de señalar que aquí existe una mayor rigidez moral en cuanto a lo sexual y el adulterio. En este grupo de romances, que recibe el nombre de romances “literarios”, se incluyen también los que contienen temática bíblica o de tipo religioso, aquellos que recrean la cultura grecolatina.
De otro lado, existe otro tipo de romances novelescos llamados “de aventuras”, que tratan temas universales bajo una forma propia de España: no contienen datos locales y su temática presenta un gran interés desde el punto de vista humano. A este grupo pertenecen, por ejemplo, los romances “La difunta pleiteada” y “La dama y el pastor”.
El estudioso Menéndez Pidal establece una serie de características comunes a los romances que componen el corpus de romances novelescos. Veamos:
1. La esencialidad.
En los romances novelescos se busca eliminar lo superficial y se agregan detalles que se piensan necesarios. Esto resulta una labor difícil que no en todos los casos se realiza de modo que beneficie a la obra.
2. La naturalidad.
A medida de que el romance se va transmitiendo de forma oral de unos a otros se van sumando aspectos que adaptan el poema a la forma de hablar de la mayoría.
3. La intuición, el lirismo y el dramatismo.
Las descripciones se van eliminando paulatinamente para favorecer la aparición de exclamaciones, enumeraciones, reiteraciones, etc.
4. La impersonalidad y la atemporalidad.
En la mayoría de los romances novelescos, los detalles que pueden recordar a algún autor o a un tiempo concreto de creación se eliminan y el texto se universaliza.
5. Fragmentarismo.
Estos romances normalmente muestran solo una escena o momento determinado sin contar la acción completa de la historia.
Métricamente, el romancero está compuesto por un número no determinado de versos octosílabos, donde riman los versos pares con rima asonante. En muchos cancioneros, como por ejemplo el de Estúñiga, se encuentran versos de seis, siete y nueve sílabas; por lo que el anisosilabismo es una constante en los romances primitivos. Una vez que se anula la irregularidad silábica, algunos críticos defienden que el romance está compuesto por ocho sílabas, mientras que otros piensan que son dieciséis dado que los romances serían textos derivados de los cantares de gesta.
Otros de los aspectos característicos de los romances es la existencia de un estribillo, así como la presencia de la “-e paragógica”.
Se cree que los romances originales el estribillo no aparecían, aunque los juglares los cantaran. Cuando los romances se convierten en piezas que se bailan, el estribillo cobra mayor protagonismo, así como la división del poema en cuartetas. Se puede observar cómo, normalmente, los estribillos no guardan relación alguna con la temática o el tono general del romance y muchos de ellos son compartidos por distintos romances. Aunque sí se trata de hacerlos rimar con el resto de versos.
La “e- paragógica” se entiende que proviene de los cantares de gesta, donde su uso era frecuente.