Sustantivos diminutivos
Los sustantivos son la materia en la que estamos ocupados desde hace algún tiempo en La guía de lengua. Nuestro objetivo es entenderlos en su totalidad, especialmente a través del estudio de sus diferencias, particularidades y subdivisiones internas.
Los sustantivos o nombres, como sabemos, son aquellas palabras que utilizamos para referirnos a personas, animales, objetos o ideas. Por ello, se consideran la principal ancla del lenguaje, o la manera más directa y concreta que éste tiene para referirse a elementos del mundo real. Sin embargo, o precisamente a causa de ello, los sustantivos no sólo se dividen en muchas categorías, sino que tienen la capacidad de presentarse de maneras muy distintas. Una de ellas tiene una relación directa con los sufijos, y es la que vamos a estudiar en este artículo.
Los sufijos, en efecto, cuando se adhieren al final de la raíz de un sustantivo tienen la capacidad de cambiar éste, matizarlo o añadirle algo. Pueden aumentarlo o reducirlo, y pueden hacerlo para despreciarlo o apreciarlo, según sea su uso y la intención del hablante al emplearlo. Hoy nos vamos a concentrar en los sufijos que se utilizan para “disminuir”, y que dan lugar a los sustantivos diminutivos.
Los sustantivos diminutivos son, en efecto, los que se forman juntando a la raíz de un sustantivo un sufijo diminutivo, que puede ser:
-ito
-ico
-ecillo
-ete
-in/o
-ículo
-uelo
y sus correspondientes versiones femeninas. Por ejemplo, dan lugar a:
gatito
mocico
cochecillo
majete
pequeñín
montículo
riachuelo
En general, el uso principal de este tipo de sustantivo tiene el objetivo de expresar lo pequeño del ejemplo en cuestión. Todos entendemos que un “riachuelo” es un “río pequeño”, que un “cochecillo” es un “coche pequeño” y que un “montículo” es un “monte pequeño”.
Sin embargo, los diminutivos pueden expresar igualmente tanto para despreciar como para apreciar. Si, por ejemplo, decimos “qué lindo gatito”, no nos estamos refiriendo necesariamente a que el gato en cuestión sea muy pequeño, sino que hacemos uso del diminutivo para expresar cariño por el animal.
De la misma manera, un diminutivo puede expresar para expresar, haciendo uso de la ironía o el sarcasmo, nuestro desprecio por algo. Si le decimos a alguien, por ejemplo: “¡qué pesado eres! ¡haz ya el trabajito de las narices!”, realmente no estamos expresando cariño, ni tampoco nos estamos refiriendo a que el trabajo a realizar sea pequeño o fácil, sino que, realmente, estamos utilizando el diminutivo para despreciarlo o expresar nuestra disconformidad con la situación.