El significado de las palabras
Todos los signos lingüísticos (y las palabras son signos lingüísticos) constan de dos partes: una es el significante, y la otra es el significado.
El significante es una expresión, una apariencia externa. Por ejemplo, «escuela» es un significante cuyo significado es «lugar donde se imparten clases».
Concretamente esa palabra, «escuela», o significante, hace referencia a un ente. En estos casos, y también en los casos en los que un determinado significante hace referencia a una cualidad, acción, concepto o circunstancia (como sería, por ejemplo, en los casos de «diestro», «comunicar», «libertad» o «seriamente»), se dice que tiene un significado léxico. El significado léxico será, por lo tanto, propio de los sustantivos, de los adjetivos calificativos, de los verbos y de los adverbios. Es, sin duda, el tipo de significado más conocido, si bien no es el único.
En cualquier idioma hay, en efecto, palabras que no designan a seres, ni a acciones, ni a cualidades, ni a circunstancias. Este tipo de palabras poseen un significado que no es léxico, esto es, no es «definible» al estilo de un diccionario, sino que es gramatical. Este tipo de palabras son las que actúan dentro de las oraciones a modo de artículos, adjetivos determinativos, conjunciones o preposiciones, aportando al enunciado valor gramatical.
En otro orden de cosas, los significados de las palabras pueden continuar siendo sus significados originales, o pueden haber cambiado por cualquier circunstancia histórico. En este sentido, tenemos palabras que aún conservan su significado primigenio, tales como «morir», que significa, ahora y siempre, terminar la vida. Este tipo de palabras tienen, se dice, un significado recto, o literal.
Pero una misma palabra puede haber desarrollado nuevos significados con el tiempo. Siguiendo con el ejemplo anterior, la palabra morir puede emplearse en otros contextos, como cuando se dice «Fulanito se moría de ganas». En este caso no queremos decir «terminar la vida» sino «estar ansioso» o «desear profundamente».
De otra manera, las palabras pueden tener un significado denotativo o connotativo. Así, cuando la palabra se emplea para dar a entender su significado normal, común, entendido por todos los hablantes, se dice que emplean un significado denotativo. Cuando decimos «aire» para referirnos al oxígeno que envuelve nuestro planeta, estamos utilizando un significado denotativo.
Pero también podríamos usar la palabra «aire» para, al modo poético, referirnos a la libertad, o al espacio, o a la felicidad, por poner sólo algunos ejemplos. En estos casos el contexto, y no el consenso lingüístico, tomará mucha importancia, y la palabra pasará a utilizar un significado connotativo.