La conversación
Una conversación es una forma de comunicación dialogar, mantenida entre al menos dos personas a través del lenguaje hablado o del escrito.
Cada una de las personas que tomar parte en una conversación se llama interlocutor, y, si la conversación es seria, todos ellos se van turnando en diferentes intervenciones.
La gran mayoría de las conversaciones se mantienen de forma oral. Ocurren cuando hablamos con cualquier persona en nuestra vida diaria, de forma presencial. También pueden hacerse a distancia gracias al teléfono, y, en las últimas décadas, se ha hecho posible también la conversación no presencial por escrito, en salas de chats o servicios digitales de este tipo. En estos casos la conversación pierde el elemento no verbal, la entonación y los gestos, que no obstante tienden a ser reemplazados por diferentes combinaciones de caracteres que expresan estados de ánimo: el siglo de los dos puntos «: seguido de un paréntesis cerrado «)» simboliza una expresión de alegría: «:)». Lo contrario, «:(«, una expresión de pena o decepción.
En cualquier caso, la idea que todo el mundo se hace de una conversación tiende a ser oral y presencial. Esto es debido a que una conversación no suele limitarse a un mero intercambio de saludos, o informaciones breves, sino que, muchas veces, las personas encuentran placer en la mera acción de conversar, intercambio ideas, pensamientos o experiencias. Todo ello implica un tiempo algo más dilatado, y un sentimiento afectivo favorable que es difícil encontrar en la conversación telefónica o electrónica.
La conversación, en cualquier caso, mantiene una serie de códigos relativos a su apertura, cierra y mantenimiento. Los saludos son habituales al empezar, y a veces se alargan con ciertas fórmulas socialmente aceptadas de cortesía, como comenzar interesándose por el estado de los demás interlocutores (el típico «¿qué tal?») y fórmulas similares. De la misma manera, es habitual que el interlocutor que desempeña, en un momento dado, el papel de oyente, exprese su acuerdo o desacuerdo con el hablante, ya sea asintiendo con la cabeza, o haciendo leves intervenciones («sí, sí…»). Esto ayuda a que el hablante perciba si su mensaje está llegando con éxito o si necesita explicarse mejor.
Los cierres son igualmente convencionales, y generalmente está mal visto acabar una conversación sin alguna fórmula cordial de despedida. Incluso si la conversación ha derivado en enfrentamiento de ideas o choque de opiniones, es necesario despedirse mediante alguna muestra de afecto y cordialidad, haciendo saber al resto de interlocutores que hemos disfrutado de la experiencia comunicativa.