La evolución del latín vulgar
La evolución del latín en los diferentes territorios donde estaban formándose lenguas romances nuevas, no fue de ninguna manera aleatoria. En cada uno de estos territorios, por el contrario, los distintos sonidos o grupos de sonidos latinos pervivieron, o bien evolucionaron, de un modo netamente coherente y distinto. Naturalmente, aunque esto fuera así se dieron algunos resultados comunes a todas o al menos a algunas de las nuevas lenguas.
Todas las lenguas peninsulares mantuvieron la tendencia del latín vulgar a perder la vocal de la sílaba postónica interna. Expliquémoslo mejor con un ejemplo: en la palabra latina Oculu (con acentuación: óculu), la sílaba postónica interna sería Cu (ya que va detrás de la sílaba tónica y no es la sílaba final), de forma que, como veníamos diciendo, la vocal U de esa sílaba se perdió en el latín vulgar, quedando Oclu. Todos los idiomas peninsulares comparten este rasgo.
Los sonidos mantenidos, a su vez, evolucionaron de modo distinto en las diferentes lenguas. De forma que tenemos:
Gallego-Portugués: Ollo (mantiene la inicial O; convierte el grupo consonántico Cl en LL; y convierte la U final en O).
Leonés: Uello (diptonga la O inicial, convirtiéndola en UE, y trata el resto de los sonidos como el gallego).
Aragonés: Uello (exactamente igual que el leonés)
Catalán: Ull (cierra la O inicial en U; convierte CL en LL y pierde la vocal final)
Castellano: Ojo (mantiene la O inicial; convierte en J el grupo CL; y –al igual que el gallego- convierte en O la U final).
A las reglas que enuncian la evolución que ha sufrido un sonido al transformarse un idioma en otra las llamamos leyes fonéticas. De forma que, por ejemplo, podríamos promulgar la siguiente ley fonética: el grupo interno de consonantes latinas CL dio, al pasar al castellano, J. Así que de el latín Auricula se pasó a Auricla en la latín vulgar y, de ahí, a Oreja en castellano. Lo mismo con:
Cuniculu > Cuniclu > Conejo
Speculu > Speclu > Espejo
Novacula > Novacla > Navaja
Lenticula > Lenticla > Lenteja
Vermiculu > Vermiclu > Bermejo
Como es natural, estas evoluciones de sonidos –o leyes fonéticas- no se produjeron instantáneamente, ni mucho menos. Ni siquiera en el curso de unos cuantos años. A veces, hubieron de pasar varios siglos para que se fijara un nuevo uso como resultado definitivo. Y durante esos siglos, la forma más arcaica coexistía con la solución más innovadora, y también con soluciones intermedias.