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Variación histórica del castellano (II)

Publicado por Aroa Plaza

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Ayer iniciamos el tema que ocupará también el artículo de hoy, la variación histórica en la lengua española. Como ya hemos señalado, los cambios que se producen en la lengua no se dan de manera espontánea, sino que existe una continuidad en ellos a lo largo del paso del tiempo. Aún así, podemos determinar distintas etapas o fases en la evolución histórica de la lengua española. Veamos cuáles son:

– Primera etapa o fase: El estudio de los inicios del castellano no resultan una tarea fácil, la principal dificultad ante la que se encuentran los expertos en este campo es la falta de documentos escritos sobre la que apoyar sus teorías. Pero, incluso así, de esta primera etapa se ha extraído la conclusión de que nuestra lengua romance fue fuertemente innovadora en aquella época.

Como ejemplo, podemos señalar la evolución que sufrió la palabra filius > hijo perdiendo la f- inicial del latín y convirtiendo el grupo -li-en la j del español.

Segunda etapa o fase: En la Edad Media la inestabilidad del castellano era muy alta, aunque en esta época histórica ya empiezan a producirse algunos textos en lengua romance.

En esta época, encontramos cambios tanto en el plano fonológico como en el morfosintáctico. Observemos cuáles son estos nuevos rasgos:

En cuanto a las trasformaciones fonológicas podemos citar la sonorización de algunas consonantes sordas como, por ejemplo, la sonorización de la p sorda en la b sonora; la creación de nuevos sonidos como ocurre en la conversión de la -nn- en -ñ- o la del grupo -ct- en -ch- y la existencia de algunos sonidos que no han llegado hasta nuestros días como, por ejemplo, el sonido ç /ts/.

En el plano morfosintáctico era numerosísimas fluctuaciones existentes. Algunas de estas vacilaciones se producían, por ejemplo, en el empleo del verbo “ser” como verbo auxiliar, en el uso poco frecuente del artículo o en el empleo de las formas perifrásticas del futuro y el condicional.

Respecto al vocabulario de la época podemos resaltar el empleo de un gran número de latinismos y de palabras que, hoy en día, ya no existen.

– Tercera etapa o fase: El español de los siglos de Oro, es decir, de los siglos XVI y XVII presenta ya una cierta estabilidad. Aunque siguen existiendo titubeos en el uso de la lengua, debidos en su mayor parte a las distintas variedades dialectales, la publicación de algunos diccionarios y gramáticas concede ya cierto grado de solidez a la lengua. En estos siglos desaparecen algunos sonidos de la época medieval, el verbo “haber” se convierte en el verbo auxiliar por excelencia, desplazando así el uso del verbo “ser” en este sentido; los pronombres se sistematizan y se introducen ya extranjerismos, es decir, se emplean voces de otras lenguas.

– Cuarta etapa o fase: En el siglo XVIII, ya es la Real Academia Española (RAE) la encargada de fijar, limpiar y dar esplendor a la lengua, según reza su lema. Esta institución se propone terminar con la inestabilidad del sistema ortográfico y acomete acciones como la eliminación de ciertos grupos consonánticos del latín como los grupos ph y th, la supresión de algunas grafías como la “ss”, la “x” o la “ç” o la aceptación de algunos extranjerismos procedentes sobre todo del francés y, posteriormente, del inglés.