Infijo
Los infijos son tipos de afijos cuya particularidad radica en que no aparecen, como los prefijos o los sufijos, al principio o al final del lexema, sino dentro del mismo. Esta característica los hace ser poco habituales, y de hecho la mayoría de las lenguas universales no los utilizan.
Fue Yákov Malkiel, reputado lingüista, quien primero introdujo la atención por los infijos en los estudios gramaticales. No obstante, él empleó otro término, «interfijo», que es el que han venido usando los especialistas hasta épocas bastante recientes, cuando este término ha sido finalmente sustituido por el de «infijo».
Para diferenciar ambos términos podríamos decir que el interfijo, a diferencia del infijo, es un tipo de afijo residual carente de un sentido gramatical. Estos interfijos, así, no se utilizan más que como apoyo lingüístico para conseguir un aumento en el orden de la fonología, cuando se produce una coincidencia entre otros dos afijos.
Las lenguas indoeuropeas, a pesar de que en su mayoría carecen de infijos en la actualidad, sí muestran algunos ejemplos residuales de su uso en épocas antiguas. Por ejemplo, el infijo «-n-«, del que se conoce que ya se usaba en la antigua lengua indoeuropea, aparece en diferentes formas tanto en la lengua latina como en la lengua sánscrita.
En latín, dicho sufijo aparece en el presente de ciertas formas verbales, como por ejemplo vencer (vi-n-cere), cuya diferencia con vencido (victus) es notoria. Lo mismo ocurre con la forma «dejar atrás» (reli-n-quere) frente a la forma «abandonado» (relictus). Se puede observar que tanto victus como relictus carecen de infijo.
Las lenguas semíticas sí tienen una mayor profusión de infijos. En general, en dichas lenguas los lexemas se construyen a base de secuencias de dos o tres consonantes, entre las cuales se colocan las vocales. Estas vocales terminan conformando un considerable número de infijos de tipo flexivo.
Para el caso del español, el estudio más concienzudo es el realizado por el especialista Manuel Alvar. En su libro «La formación de palabras en español«, Alvar concluye que estas palabras carecen de función gramatical (como decíamos) pero también carecen de función en el orden semántico. Así, su única función reseñable (siempre circunscribiéndonos a la lengua española) es la de servir como enlaces entre los monemas y los sufijos.
Siguiendo a Alvar, podemos decir que la lengua española carece de infijos propiamente dichos. No obstante, sí cuenta con elementos que reproducen su función. Así, podría ser una especie de infijo en nuestro idioma «azúcar» (/asukar/), formando su diminutivo con el lexema: azuqu-it-ar (/asukitar/). Se trata de un caso excepcional pero colabora en la diferenciación entre la función y la posición.