Sujeto causativo
El sujeto contiene la persona gramatical, lo que lo convierte en la parte “personal” de toda oración. En él encontramos una definición o una identificación del protagonista de la misma, ya sea éste una persona, un animal o una cosa. El sujeto es, por consiguiente, el encargado de dar respuesta a la pregunta de “quién”, “quién” realiza la acción, “quién la causa”, “quién la padece”, etcétera. Si la oración que estamos analizando fuera “Los obreros están trabajando en la construcción del edificio”, entonces el sujeto respondería a la siguiente pregunta: “¿quién está trabajando en la construcción del edificio?”. El sujeto, pues, sería “los obreros”.
“Sujeto” es una palabra que proviene del latín. En concreto, de la palabra latina subiectus, que significa aproximadamente lo mismo que significa ahora (y de la que deriva, a su vez, la palabra “subjetivo”). Por supuesto, dependiendo de una serie de elementos existen una serie de sujetos diferentes, y su presencia o no en la oración no ha de darse por sentada. Por ejemplo, hay ocasiones en las que el sujeto tiene un sólo núcleo, que es cuando lo llamamos sujeto simple. En otras ocasiones tiene más de un núcleo, y entonces es un sujeto de tipo compuesto. Por otra parte, el sujeto no tiene que parecer siempre, de forma expresa, en la oración, sino que algunas veces se presupone su existencia aunque no se vea. Otras veces, la mayoría, sí lo hace, aunque hay oraciones que pueden permitirse prescindir completamente de él: son las llamadas oraciones impersonales.
En este artículo vamos a dar cuenta de uno de esos sujetos específicos, uno especialmente poco conocido que responde al nombre de sujeto causativo. Como ya seguramente sabremos, el sujeto varía profundamente entre las oraciones activas y las pasivas. En las primeras, resulta ser encargado de realizar la acción o de llevarla a cabo. En las segundas, es el que la sufre o el que la padece, en definitiva, en quien ésta racae.
Sin embargo hay otra posibilidad adicional. En oraciones activas, hemos dicho que el sujeto es el encargado de realizar la acción. Sin embargo, esta “realización” no siempre se hace “de primera mano”, por decirlo de alguna manera. En realidad, en ciertas ocasiones el sujeto no es el que hace la acción, en sí mismo, sino el que la causa o el que la pone en marcha. Por ejemplo, cuando decimos que “Pericles construyó el Partenón”, queremos decir que el célebre político ateniense impulsó aquella obra, la financió y promovió, es decir, causó su construcción, pero no la construyó por sí mismo.