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Sincronía y diacronía

Publicado por Pablo

Sincronía y diacroníaLa lengua, tal como existe en un momento dado –como existe, por ejemplo, en nuestro presente o durante la época de los Reyes Católicos-, es el resultado de una evolución secular y, a la vez, una etapa de esa evolución, que proseguirá a lo largo del tiempo. Ya vimos cómo la lingüística del siglo XIX pretendió que sólo ese aspecto evolutivo, o histórico, era digno de estudio.

En evidente oposición a aquella manera de ver las cosas, sabemos que Saussure hizo notar que los hablantes no tenemos conciencia de que nuestra propia lengua, tal como la empleamos, experimente o haya experimentado variaciones que alteren su fisonomía. Por el contrario, creemos que utilizamos el mismo idioma que emplean nuestros abuelos y que emplean –o emplearán- nuestros hijos y nuestros nietos. Así, la lengua, tal como la sienten los hablantes de una época cualquiera, es una realidad sincrónica –es decir, es un sistema de signos coexistentes en un momento dado-, y resulta legítimo estudiarla con las mismas pretensiones científicas que su anterior evolución.

Y es que, llegados a este punto, corresponde enunciar la segunda dicotomía importante que estableció el suizo Ferdinand de Saussure. La primera, cómo no, es su distinción entre lengua y habla. La segunda nos dice que el estudio lingüístico puede realizarse bien en el eje de las simultaneidades –lingüística sincrónica-, bien en el eje de las sucesiones –lingüística diacrónica-. Además, los métodos de ambas serán completamente distintos.

El concepto de sincronía no se identifica con el de “actualidad”, como comúnmente se cree. Puede hacerse un estudio sincrónico del español contemporáneo, desde luego, pero también puede hacerse del español que se hablaba en la época de Alfonso X, de Garcilaso o de Cervantes. Sincronía, así pues, viene a significar “simultaneidad de signos lingüísticos, considerando un breve lapso cronológico para su estudio”. O, dicho de otro modo, “estudio de un estado de la lengua en un momento dado, sin tener en cuenta la acción del tiempo sobre ella”. Hacer un estudio sincrónico de una lengua semeja, en realidad, a hacer una fotografía de la misma, y estudiarla en su quietud, anulando la variable temporal que sobre ella opera. Nos da una idea del estado de esa lengua en el momento en que la estudiamos, y a partir de esa idea es cuando podemos acometer, ya sí, estudios históricos, evolucionistas, o diacrónicos.

La nueva dicotomía pues, más que oponerse a los estudios diacrónicos –en realidad, los afirma-, se opone a los gramáticos tradicionales que afirmaban la exclusividad del estudio histórico. Porque, como veníamos diciendo, la lingüística sincrónica se opone conceptualmente a la diacrónica, lingüística que aussure no derriba, sino que complementa y resitúa.