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En la ardiente oscuridad de Buero Vallejo

Publicado por A. Cerra

Antonio Buero Vallejo con obras como Historia de una escalera se convierte en uno de los más brillantes autores teatrales en español del pasado siglo XX. Un autor cuya producción literaria es de lo más diversa, desde dramas históricos hasta de crítica social. Si bien en todas ellas suele haber un trasfondo de crítica al tiempo que le tocó vivir, una crítica sabiamente camuflada para que no fuera objeto de censura durante la dictadura de Franco.

No obstante, entre toda esa variedad de registros, hay una obra que resume en gran parte lo que era el modo de escribir obras de teatro por parte de Buero Vallejo. Es la obra En la ardiente oscuridad, la cual es una representación de carácter muy simbólico.

La obra, aunque escrita en 1946, no se estrenó hasta 1950. En ella se plantea un debate entre lo que es real y como se intenta disfrazar, y se hace teniendo como eje la ceguera, utilizada como símbolo de las muchas limitaciones del ser humano.

La representación se ambienta en una escuela de ciegos, a los cuales se les educa con el objetivo de ocultar que lo son. En esa escuela entra Ignacio, ciego de nacimiento, conocedor de su tara física y amargado por ello. En cambio al entrar en la escuela, descubre que todos los que allí acuden son felices al ignorar su ceguera. Pero poco a poco contagiará su sentimiento de desgracia al resto.

Es decir, la obra tiene un tono trágico, más aún cuando Ignacio se cae de un columpio y muere. Una desaparición que de momento acaba con la tristeza generalizada que ha creado.

Trata la ceguera como símbolo, y ese recurso de dar un protagonismo a las minusvalías es algo que ha repetido en numerosas obras de teatro, bien sean minusvalías físicas o problemas psiquiátricos. Y no solo hay un interés en que se entienda ese símbolo y que conlleve a una reflexión, sino que incluso el autor piensa en la experimentación del público que asista a ver la obra. Así se demuestra en las acotaciones escénicas que hace en el texto.

Por ejemplo, propone momentos en los que descienden la luz del escenario paulatinamente hasta quedarse a oscuras, para que todo el público asistente al teatro se quede igualmente ciego y comprenda lo que en ese momento está contando Ignacio. Es una provocación, una invitación a sumergirse en la realidad de los personajes. Algo que ha incluido también otras obras Buero, como en El Sueño de la Razón donde el protagonista es el pintor Francisco de Goya a una edad avanzada cuando es sordo y ha pintado su célebre obra El sueño de la razón produce monstruos.

En definitiva, que por lo que cuenta la obra y por cómo lo cuenta Buero Vallejo es muy interesante leerse este libro. Y si hay oportunidad, todavía es más satisfactorio verla representada sobre un escenario.