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Un soñador para un pueblo de Buero Vallejo

Publicado por A. Cerra

Antonio Buero Vallejo es uno de los máximos representantes del teatro social a mediados del siglo XX en España. Y si bien en muchas de sus obras, como por ejemplo, en Historia de una escalera, crea dramas ambientados en la época en que fueron escritos, también hay otros casos en los que viaja en el tiempo y sitúa sus tramas en episodios del pasado que le sirven de alguna forma para poder establecer paralelismos con sus contemporáneos.

Ese por ejemplo es el caso de Un soñador para un pueblo. Una obra que estrenó en el año 1958, pero que está ambientada en el siglo XVIII, durante el reinado del rey Carlos III, el cual trató de introducir los principios de la Ilustración europea en España, si bien en no pocas ocasiones se encontró con la oposición del pueblo. De hecho así aconteció con el suceso del Motín de Esquilache que tuvo lugar realmente en el año 1766, y cuyo desarrollo es el relato central de esta obra.

El Motín de Esquilache que no solo interesó a artistas del siglo XX, sino que ya en su época otros creadores, como el propio Goya lo reflejaron en sus pinturas. Y es al mismo Francisco de Goya y a su obra Las majas y los embozados a quien podemos recurrir para conocer la trama de la obra de teatro.

El Marqués de Esquilache, ministro de Carlos III y originario de Italia, ha promulgado la ley que prohíbe los embozados, de manera que impedirá que las personas puedan ir cubiertas por la calle sin que nadie las pueda identificar. Una ley cuyo objetivo es el bien de la población, ya que pretende evitar crímenes. Sin embargo, el pueblo español entendió que era un ataque a sus costumbres y se enfrentó a esa norma.

Es decir que Buero Vallejo aquí nos cuenta un suceso real, y no solo aparece entre los personajes históricos el propio Esquilache, también están el rey Carlos III y otros ministros. E igualmente incluye otros personajes del servicio, como la cocinera Fernandina, que cumplen un papel muy importante en el desarrollo del drama.

Ese drama nos cuenta como Esquilache vive el motín en palacio, y como sufre las intrigas de otros miembros de la corte, e incluso de su esposa. El caso es que Carlos III ve que para sus propósitos, el ministro acabará siendo un impedimento, pero sabe que siempre le ha sido fiel. Por ello le da la opción de un destierro lo más digno posible.

En definitiva, esta obra nos habla de historia y de política, pero también de planteamientos ideológicos y sociales, de contar o no con el pueblo, de la incultura, y también del egoísmo humano. Una representación de lo más intensa, que con una base histórica nos plantea dilemas que se pueden dar en muchos países con gobiernos de diferentes épocas.

Una obra muy recomendable para leer, también para ver representada sobre las tablas. E incluso para ver en formato cinematográfico, ya que fue llevada al cine a finales del siglo XX con el título Esquilache.