La Ilustración en Europa
El movimiento de la Ilustración hace referencia al periodo en el que el hombre utilizaba la razón natural para resolver los problemas de naturaleza ética.
Al principio, se defiende la actitud tolerante tanto en la religión como en la política. Además de esto, se pretende luchar contra el absolutismo y las imposiciones excesivas que siempre han impuesto las autoridades religiosas, características que definían la política de Luis XIV.
En este momento, después de que ya empiezan a propagarse las nuevas formas de pensar, el método para llevar a cabo el gobierno que más popularidad va adquiriendo es el parlamentarismo.
El libro del autor Bayle llamado «Diccionario histórico y crítico» sentó de manera definitiva las bases del «espíritu crítico que no da como válida una afirmación que no se base en hechos contrastados».
En el año 1715, el pensamiento libre comenzó a expandirse por todos los territorios y se asienta en los debates de las tertulias de los salones de los grupos de la alta sociedad. Al mismo tiempo, otros campos también empiezan a evolucionar como el desarrollo científico y las consecuencias de éste, como las facilidades en las vías de comunicación.
El siglo XVIII era también conocido por el «Siglo de la razón» o «El siglo de las Luces» y los motivos son muy claros: se produce una exaltación de la razón rechazando de manera drástica de las teorías que hasta ese momento se habían establecido.
La idea clave de este nuevo pensamiento es la confianza ciega y total en el progreso científico. Las figuras más importantes y relevantes que defendieron el movimiento de la Ilustración fueron: Newton, Leibniz, buffon, Linneo, Lavoisier y Franklin.
La obra que más destacó de la Ilustración fue «La Enciclopedia o Diccionario razonado de las ciencias, de las artes y de los oficios» y consistió en un glosario de las novedades que este nuevo movimiento incorporó a la época. Las personalidades más destacables del momento tuvieron su aportación en ella como Diderot, Rousseau, Voltaire, Montesquieu, Buffon, Quesnay Turgot, Condillac y Helvetius, aunque no fue fácil ya que no pararon de recibir críticas por parte de los jesuitas y del Parlamento.
Rousseau fue el que reaccionó más tarde contradiciendo la razón y la fe ciega en el progreso ya que, estaban pervirtiendo la bondad que el ser humano tiene por naturaleza. Esta apología que hizo del sentimiento consiguió que se convirtiera en el precursor del prerromanticismo.
El género de la novela de la época recogió los dos pensamientos. Por un lado, una sátira de la política como en «Los viajes de Gulliver» (1726) del autor Jonathan Swift y las obra de Montesquieu «Las cartas persas» (1721); y por otro, la nueva idea sentimentalista como en «Pamela» de Richardson, o «La nueva Eloísa» de Rousseau.