Jude el obscuro, de Thomas Hardy
De toda la producción literaria del escritor británico Thomas Hardy (1840 – 1928), seguramente la más amarga y dura de todas sus novelas sea Jude el obscuro, publicada en 1896. De hecho, fue la última de sus obras narrativas, ya que tras ella optó por dedicarse a la poesía lo que le permitía ser todavía mucho más íntimo en sus escritos.
En Jude el obscuro el autor se dedica a hacer una verdadera autopsia de la sociedad en la que vivió. No solo nos la muestra como si fuera una radiografía, además la analiza, sobre todo en lo referente a los ideales que mueven las acciones de sus conciudadanos. Y ese análisis le lleva al desencanto hacia la sociedad victoriana, de ahí el tono general pesimista y amargo de sus páginas.
Pero su pesimismo incluso va más allá del hombre de su tiempo. Parece que ha perdido cualquier esperanza que el ser humano se realice a sí mismo. Es decir, su crisis de ideas no se debe tanto a una coyuntura social sino a una cuestión existencial. Un razonamiento que sin duda tiene mucho que ver con la propia frustración que sentía Hardy en aquella época.
Nos presenta un argumento que nunca se acaba por resolver conforme avanza el libro. A lo cual no ayuda que los personajes de los que nos habla los podemos calificar como de desdibujados en una situación general de inmovilidad, pese a que todo está en continuo cambio. En fin, hace una fantástica instantánea de la Inglaterra victoriana, que coincide en muchos aspectos con la que nos presentan otros autores contemporáneos, si bien ninguno de ellos lo hace de forma tan amarga.
Y es que Hardy llega a la conclusión de que la sociedad es absolutamente incapaz de progresar y desarrollarse. Al igual que el hombre es por completo incapaz de crear y tejer su propio destino.
En definitiva, la obra de Hardy pese a sus planteamientos por momentos tan negativos, es muy interesante de leer para conocer cómo era la sociedad de finales del siglo XIX en Gran Bretaña. Algo que a él le llegó a saturar por completo y optó por una forma más lírica de enfrentarse a sus contemporáneos, y ya durante los años que vivió en el siglo XX tan solo se dedicó a escribir poemas.