Trópico de cáncer de Henry Miller
Este libro a caballo entre la novela y la autobiografía fue escrita por el estadounidense Henry Miller en el año 1934. Y desde entonces, sin olvidar la polémica, se ha convertido en uno de los clásicos de la literatura erótica. Pero no solo eso, se la considera una de las más grandes obras literarias escritas en todo el siglo XX.
Tanta fue la polémica, que muchos años después de su primera edición en Europa, cuando en 1961 fue publicada en Estados Unidos llegó a ser considerada como una obra obscena, y por ella fue llevada ante la Corte Suprema de aquel país, que finalmente le liberó de todos esos cargos.
Lo más famoso de todo el libro son sus pasajes sexuales descritos con escrupuloso detalle, pero lo cierto es que la obra es mucho más que eso. Estamos hablando de un libro en el que Miller nos relata su vida, o más bien su mala vida, durante los años 30 en París cuando intenta convertirse en un gran escritor.
Es una narración en la que aparecen personajes reales y en las que también va intercalando la ficción, así como muchas reflexiones del autor sobre los más variopintos temas. Todo ello lo narra en primera persona, algo que llega a ser una especie de marca de este autor a lo largo de toda su producción literaria.
El relato no muestra unos años de vida muy disipada y bastante pobreza, en la que Miller tuvo como amante a otra gran escritora de tono erótico como fue Anaïs Nin. No obstante, repetimos que el sexo no es lo más importante de esta obra, aunque es verdad que muchos apartados se narran desde ese punto de vista. Trata al sexo como a la comida, como dos necesidades del ser humano. Y como lamentablemente Miller no gana dinero, no tiene para comida, pero si el aplomo para estar con mujeres y así alimentarse con su energía.
Eso de alguna forma parte de su aprendizaje para ser un escritor. Pero un escritor nuevo, que trate nuevos temas y lo haga de un modo novedoso. De hecho llega a decir que quiere contar lo que se omite en los libros. Y es que conforme nos va contando sus peripecias para sobrevivir también deja constancia de toda su teoría literaria, en la que da mucha importancia a la libertad para tratar los temas que le plazca y hacerlo del modo que surja, sin ponerse límite alguno.
Para ello se dedica a vagabundear por París, con mucho hambre pero sin ataduras. Y él acepta lo uno a cambio de lo otro. Durante esos paseos observa la ciudad, y nos la describe a nosotros con su particular visión y lírica. Sí lírica, porque es capaz de mezclar en una misma obra los detalles casi pornográficos y también escatológicos, con otros verdaderamente poéticos. En definitiva, una obra compleja, muy interesante, aunque es cierto que no gusta a todo el mundo.