Égloga primera, de Garcilaso de la Vega
Hoy continuamos nuestro paseo por la literatura del Renacimiento español y hacemos una parada en la lírica de la época, concretamente en las Églogas del poeta Garcilaso de la Vega, autor del que puedes leer un artículo general sobre su obra en el siguiente enlace: Garcilaso de la Vega. Veamos:
Antes de entrar en la materia propiamente dicha, es decir, en el estudio de las tres Églogas escritas por Garcilaso de la Vega, nos detendremos un instante para definir qué es una égloga:
Se considera una égloga aquella composición lírica en la que se exponen una serie de sentimientos relacionados con el amor y se produce una exaltación de la naturaleza. Los personajes que intervienen en ellas son pastores y el ambiente que los envuelve será, por tanto, bucólico y pastoril. Generalmente, la forma de expresión que adopta es la del diálogo, pues esta es la forma que escogió el poeta de antigüedad clásica latina Publio Virgilio Marón, quien es considerado el creador de este tipo de poema en el siglo I a.C.
Ahora que ya conocemos qué es una égloga, veamos las características de las escritas por el poeta que hoy nos ocupa:
Las Églogas son los poemas en los que el poeta renacentista alcanza la belleza con mayúsculas, especialmente en la primera de ellas de la que se ha dicho que es el mejor poema salido de la pluma de este autor. Aunque esa égloga quizás no sea la más perfecta técnicamente, ya que la tercera la supera en calidad formal, el contenido transmite al lector un sentimiento profundo de paz y serenidad pocas veces alcanzado en la literatura. Veamos ahora por separado cada una de las Églogas de Garcilaso:
a) Égloga primera.
En esta Égloga a lo largo de treinta estancias de catorce versos cada una de ellas, el poeta invita al personaje de Albanio, que sin duda es Don Pedro de Toledo (protector del escritor y a quien está dirigido el poema), a escuchar los delicados lamentos amorosos de dos pastores llamados Nemoroso y Salicio. El primero de ellos, a lo largo de una serie de versos llenos de pasión y dulzura muestra un inmenso dolor ante la muerte de su amada Elisa, quien encarna la figura de Isabel Freyre, mujer a la que Garcilaso amó de un modo intenso y profundo. El segundo pastor, Salicio, lanza quejas sobre la frialdad de su amada Galatea, por la que se ve rechazado. El poema se divide en dos partes claramente diferenciadas, la primera corresponde al canto se Salicio y la segunda al de Nemoroso.
Ambos pastores son el propio Garcilaso, quien se sirve de la voz de estos dos personajes para expresar sus sentimientos. Durante algún tiempo se vio en Nemoroso a Boscán, poeta amigo de Garcilaso, pues la palabra latina nemus significa bosque, aunque también posee el significado de vega. Hoy la crítica apuesta más por la idea de que Nemoroso represente también al poeta que le dio vida.
Aunque, como hemos dicho, esta sea la más importante de las Églogas escritas por Garcilaso, las otras dos también son notables y las veremos en el siguiente artículo.