Humanismo y principales representantes
En el Renacimiento encontramos el Humanismo, un movimiento centrado sobre todo en la literatura y lo cultural y religioso. Su principal objeto de estudio es el ser humano, de ahí el nombre que recibe. Algunos críticos han hablado del Humanismo como una renovación de las letras, pero su importancia va más allá puesto que al situar al hombre como el centro de todas las cosas proporciona una visión del mundo antropocéntrica, que se aleja de la concepción teocéntrica de la Edad Media, cuando Dios era el núcleo central de la vida de los hombres.
Una de las misiones del Humanismo es la del estudio de la cultura clásica de las antiguas Roma y Grecia, algo propio de la época renacentista en la que se desarrolla el Humanismo. Por ello, en ese momento, se hicieron múltiples traducciones de importantes obras griegas y latinas que posibilitaron un mayor conocimiento de la cultura clásica, ya que así los libros podían llegar a un número mucho más amplio de lectores.
Ya en el siglo XIV algunos autores como Petrarca o Boccaccio centraron las bases de lo que hoy conocemos como Humanismo. En el siglo XV es conveniente citar a algunos escritores como Marsilio Ficino o Pico de la Mirandola y su obra De dignitati hominis. Pero es el siglo XVI cuando el Humanismo alcanza su apogeo y se extiende por el continente europeo y es entonces cuando encontramos la figura de uno de los Humanistas más importantes y conocidos; hablamos, evidentemente, de Erasmo de Rotterdam, que escribió una serie de sentencias bajo el titulo de Adagios; además, también es autor del Enquiridión o Manual del caballero cristiano, un tratado que versa sobre teología, y algunos libros como Coloquios y Elogio de la locura, de carácter satírico. Erasmo hizo una revisión profunda del Renacimiento y se dedicó a analizar todos los sectores que componían la sociedad; así, la religión, la política y los hombres que le rodeaban fueron temas principales en sus obras, casi siempre tratados con un tono sarcástico e irónico. Este autor defiende, asimismo, la vuelta a un cristianismo más puro y primitivo, y en su intento critica duramente la religión imperante, al Papa y a la nobleza. Sobra decir que la obra de Erasmo de Rotterdan sería fundamental para el Humanismo europeo, ya que influyó en gran medida en la cultura del continente.
Antes de terminar este artículo, hemos de nombrar otro importante humanista del siglo XVI, amigo del anterior, es Tomás Moro, quien bajo el reinado de Enrique VIII fue canciller en Inglaterra. Murió tempranamente al ser decapitado por negarse a reconocer la figura del Rey como el máximo dirigente de la Iglesia en Inglaterra. A pesar de ello, escribió una obra imprescindible para el Humanismo titulada Utopía, término acuñado por el propio escritor, cuyo origen puede encontrarse en el griego y significa “lugar que no existe”. En ella es fundamental la fantasía pero también la visión irónica del autor, lo que le proporcionó un notable éxito en su época. Además, se puede rastrear la huella de Platón a lo largo de todo el libro y, ante todo, en sus ideas sobre la sociedad.