Literatura clásica
Cuando en literatura hacemos referencia al clasicismo estamos hablando en particular de dos grandes culturas antiguas: la griega y la romana. En efecto, así como el Época Clásica es el período que de nacimiento, apogeo y caída tanto de las ciudades griegas (en sus épocas arcaica, clásica y helenística) como de la República y el posterior Imperio Romano, la abundante literatura tanto en verso como en prosa que produjeron sus autores es lo que ha venido a denominarse, de forma genérica, Literatura Clásica.
Siguiendo un orden cronológico, hemos de empezar nuestro repaso de este haber literario desde Grecia. Naturalmente, los primeros autores conocidos son Homero y Hesíodo. El primer escribió, o al menos se le atribuyen, dos de las obras más conocidas y alabadas de la historia de la literatura, a saber: la «Ilíada», que narra un episodio de la Guerra de Troya particularmente centrada en el personaje de Aquiles; y la «Odisea», que se ocupa del regreso a Itaca de su Rey, Odiseo, justo al acabar la mencionada guerra.
Hesíodo, por su parte, escribió hacia la segunda mitad del siglo VIII a.C. «Los trabajos y los días», un poema didáctico de incalculable valor para conocer la cultura de la época; y la «Teogonía», una genealogía de las deidades griegas.
Más adelante los griegos desarrollaron un virtuoso arte poético (al que llamaron lírica) en el que sobresalieron Alcmán, Safo, Alceo, Anacreonte, Estesícoro, Íbico, Simónides, Píndaro y Baquílides; los nueve poetas «canonizados» por los eruditos de Alejandría.
El siglo V fue el siglo de la Tragedia, llevada a su máximo nivel por Esquilo («La Orestíada», «Los siete contra Tebas»), Sófocles («Antígona», «Edipo Rey») y Eurípides («Medea», «Las Bacantes») y de la Comedia, género en el que destacó por encima de todos el autor Aristófanes con obras como «Lisístrata», «Las avispas» o «La asamblea de las mujeres».
La historiografía también fue cultivada por los griegos. Heródoto, considerado el padre de la misma, y Tucídides son los ejemplos más destacados.
Si bien durante el Helenismo los poetas y escritores griegos siguieron ejemplos anteriores, sus obras no volvieron a alcanzar el esplendor y la brillantez de sus predecesores. Hasta tal punto fue así que incluso los autores romanos posteriores se limitaron a imitar el estilo de estos autores clásicos. Así, Virgilio con su «Eneida» honra y emula a Homero, situando el nacimiento de Roma entre los exiliados de la antigua Troya. Plauto imita a Aristófanes, y Ovidio explora los mitos griegos para enlazarlos, como hace Virgilio, con la cultura romana. Sólo la sátira, exploradas tal vez mejor que nadie por Marcial, son un género literario específicamente romano.