Literatura prerrenacentista
El enorme cambio que supuso el Renacimiento en el arte, la cultura y el pensamiento europeo no fue consecuencia de un cambio rápido, radical o imprevisto. En realidad, todo lo que se manifestó durante la etapa renacentista se había ido gestando en los siglos anteriores, poco a poco, durante una etapa de transición en la que el sistema de valores medieval fue apagándose. A esta etapa se la denomina Prerrenacimiento.
En este cambio de valores tuvo mucho que ver el progresivo ascenso de una nueva clase social: la burguesía. La importancia de lo burgués se notó muy rápidamente en un aprecio mayor por las cosas de este mundo en detrimento del más allá, en un mayor interés por lo mundano y lo material, en lugar de lo religioso y lo espiritual. La sociedad vivió en esta época un primer período de secularización y un primer paso hacia el vitalismo renacentista. Se elogia la vida y se llama a su disfrute. La muerte pasa de ser un trance digno y liberador y se convierte en un mal, un episodio temido.
Por otra parte, como consecuencia de todo ello, la cultura se hace más patente en la vida social. Las artes son uno de los disfrutes de la vida y pueden, además, contribuir al aumento del prestigio social. Los burgueses se rodean de artistas y se convierten en mecenas, y como consecuencia de todo ello la cultura, el arte y la literatura viven una etapa de esplendor.
Los artistas de este «nuevo mundo» quieren evitar todo lo que les recuerde al anterior. Nace el mito de la «edad oscura» para referirse al Medievo. Pronto se vuelve la mirada al esplendor de la Antigüedad, a Grecia y Roma, a los clásicos. La fortuna y la fama se convierten en dos temas recurrentes.
En lo estrictamente literario, podemos decir que se recupera la importancia de la autoría. Mientras la mayoría de las obras literarias medievales son anónimas, ahora empieza a importar quién es el autor (como en el mundo clásico). El tema religioso deja de monopolizar el mundo literario. Se escribe de otras cosas y las obras se sitúan en otros ambientes.
Por otra parte, también en esta época nace la distinción entre literatura culta y popular. Por un lado, los nobles y los exitosos burgueses tratan de destacar ellos mismos como literatos, y en los ejemplos más exitosos nace la figura del noble cortesano, dedicado a las armas o al comercio y a la vez a las letras. Otras veces apoyan, como mecenas y amigos, a los mejores escritores.