Literatura de la independencia
La independencia política de la mayoría de los países latinoamericanos, que se produjo en el primer tercio del siglo XIX, fue un proceso complejo que afectó a diversos frentes. Si bien el éxito en el campo militar es fundamental para alejar y privar de su dominación al anterior invasor, la mayoría de los nuevos países carecían de una cultura nacional o, al menos, esa cultura no estaba lo suficientemente extendida entre su población como para calificarla como «común».
De ahí que, en todo proceso de independencia, la fase final incluya un lento pero constante proceso llamado construcción national o «nation-building». Así, una vez creadas las instituciones políticas y administrativos del nuevo Estado, y una vez fijadas las normas legales por el que éste habrá de regirse (aplicando la misma terminología anglosajona, diríamos que una vez hecho el «state-bulding»), es necesario fijar una mitología nacional que incluya historia, símbolos, héroes y carácter nacional. En este aspecto, la literatura puede prestar un servicio de incalculable valor a los ideólogos de la nación, y es por eso que podemos permitirnos hablar de que en esta época existe una «literatura de la independencia» o una «literatura al servicio de la construcción nacional».
Tal vez el ejemplo más prístino que podamos encontrar en este campo sea el del venezolano Simón Bolívar. Líder destacado del proceso de independencia, ayudó a lograr la independencia no sólo de Venezuela, sino también de Colombia, Perú, Panamá, Ecuador y Bolivia. Semejante líder dejó para la posteridad unos escritos engrandecidos por su figura, como el «Manifiesto de Cartagena» y el «Discurso de Angostura», innumerablemente citados en tiempos posteriores.
La llamada «educación de masas» es igualmente un invento de esta época, pues es ahora cuando urge educar a toda la población en la nueva identidad nacional. Así no sólo se fundan colegios, sino también las primeras academias de la lengua y las primeras bibliotecas nacionales, como la que Mariano Moreno fundó en Argentina.
En la misma Argentina disponemos de otro ejemplo de la colaboración entre la política y las letras en la época de la independencia. El autor de «Facundo», Domingo Faustino Sarmiento, fue un hombre cuya presencia destacó en la construcción del nuevo Estado argentino.
En Cuba, tal vez sea José Martí el ejemplo más claro de este mismo asunto. Político y pensador a favor de la independencia, no sólo fundó el Partido Revolucionario Cubano sino que contribuyó igualmente a la formación de una literatura propiamente cubana con la publicación de sus llamados «Versos sencillos».