Obras clásicas
La literatura es una ciencia, pero, a diferencia de otras, no es exacta. Sin embargo, sí que podemos identificarla basándonos en una serie de postulados que te nombraremos y detallaremos a continuación. Toma nota.
Innovación y originalidad
Este criterio es utilizado en los tiempos modernos. Y es que los autores que crearon sus obras en la época clásica, teniendo que regirse a unas normas determinadas y estrictas de manera sumisa y, aunque su originalidad en el tratamiento sí se mantenía, estas obras carecían de valor estético porque éste se basaba en la imitación de otras obras de la época.
En las siguientes épocas caracterizadas por la rebeldía y el romanticismo, la inspiración en otras obras seguía patente, pero su tratamiento era más renovado.
Existen claros ejemplos de célebres autores como Miguel de Cervantes Saavedra o William Shakespeare, que utilizaron argumentos literales de la novela italiana de Plutarco o de la historia real de sus respectivos países.
Con razones como ésta, se justifica de alguna manera que con frecuencia aparecen nuevas escuelas porque se sienten en la necesidad de buscar nuevas formas y recursos de expresión diferentes a las ya desgastadas fórmulas anteriores.
Perduración
Uno de los aspectos que hace que una obra cobre valor es que los críticos que han ido apareciendo con los diferentes movimientos literarios y en las diferentes épocas, son capaces de reconocer, pertenezca a la época a la que pertenezca, que una obra merece un buen reconocimiento. De ahí que se diga que, cuando ocurre este caso, la obra es permanente.
Influencias e influjo
En este punto se hace referencia a dos factores.
Uno es la «influencia», la cual hace referencia a la presencia pasada literaria que todo autor tiene en su interior.
Por su parte, el «influjo» se refiere a la cantidad de seguidores que un mismo autor consigue con la lectura de sus obras.
Una buena obra consigue un equilibrio perfecto entre influencia e influjo, de manera que sintetiza la parte perdurable de las obras del pasado con la perspectiva de lo que está por venir en el futuro.
Ejemplos claros en los que se identifica perfectamente este tándem son Góngora, Miguel de Cervantes Saavedra, William Shakespeare o Goethe. Cuando una obra literaria es realmente buena, las obras que le sigan jamás podrán ser ni iguales ni comparables a ésta. Después de Garcilaso, Cervantes y Góngora, hubo un antes y un después en la literatura española y no fue hasta la segunda mitad del siglo XX, que aparecieron obras de tal calibre como Pascual Duarte o Tiempo de sielncio.
Actualidad
Una obra clásica debe ser atemporal, es decir, que aunque los años pasen y nos hagamos mayores, la obra clásica sigue comprándose, leyéndose y apareciendo en las librerías de miles y miles de personas influyendo en las obras de la actualidad claramente.
Ejemplos como la conciencia de lucha de la obra de Sófocles «La Antígona», la dignidad de la lucha a pesar del fracaso en el «Don Quijote» de Cervantes o en «El viejo y el mar» de Hemingway, perdurarán para siempre.