Poesía barroca
La poesía -o lírica- barroca es la literatura de corte poético que se produjo durante el Barroco. Como tal, y aunque heredó notables elementos del estilo poético predominante durante el Renacimiento, la poesía barroca innovó en ciertos aspectos y buscó formas de expresión diferentes; todo lo cual la hace particular y digna de estudio.
En general, la poesía barroca fue fiel reflejo de los contrastes, los excesos y las particularidades toda la existencia y el arte barrocos. El principal cambio fue el total abandono de la mesura, la armonía y el equilibrio que habían caracterizado a la literatura renacentista. Lo que ahora se busca es precisamente la ruptura de ese equilibrio, la desestabilización y la influencia directa en los sentimientos de los lectores.
En efecto, los autores barrocos tratan de ser originales y de buscar la admiración y la sorpresa del lector. Utilizan el ingenio tanto en las rimas como en los temas y, sobre todo, en el muy abundante empleo de figuras retóricas y recursos de toda clase. En muchas ocasiones, esto lleva a la existencia de poemas oscuros, de mensajes difíciles de captar a la primera lectura, y de escritura ornamentada y rocambolesca.
A pesar de toda esta innovación en lo referente al objetivo mismo de la poesía, los poetas barrocos no innovaron en exceso en lo que a la métrica y estructura se refiere. Al igual que en el Renacimiento, la poesía sigue dividiéndose entre culta y popular, si bien la tendencia se encamina claramente hacia la unión de ambas corrientes. Italia siguió siendo el referente a la hora de elegir la estructura de los poemas. El soneto italiano fue ganando espacio y se unió a estructuras métricas de origen más popular como los romances, las coplas y las letrillas.
En cuanto a los temas, hay que destacar la aparición y el éxito de la poesía humorística y satírica, que casaban bien con el gusto barroco por la exageración. Aunque la nueva poesía barroca siguió tratando temas como el desengaño, la desesperación y la muerte, y lo hizo de forma seria y profunda, sin duda desarrolló un importante gusto por la sátira y el humor, y todos recursos retóricos conocidos se pusieron a su servicio.
En este sentido, hemos de señalar la separación conceptual entre las dos grandes corrientes de la poesía barroca. Por un lado, la tendencia culteranista persiguió la originalidad por el camino de la belleza formal y el cuidado detallista del lenguaje. Por el otro, la tendencia conceptista buscó el mismo fin por el lado del ingenio, los juegos de palabras, los recursos retóricos y el doble sentido. Francisco de Quevedo sería el principal representante de esta escuela; mientras Luis de Góngora sería el principal autor de la anterior.