Prosa barroca
La prosa barroca no supone una ruptura demasiado grande con la anterior prosa renacentista. En realidad, al igual de lo que ocurre en la poesía, la prosa barroca fue una solución de continuidad que no rompió los moldes renacentistas ni sus principales tendencias, aunque sí se adaptó a las nuevas características del pensamiento y el arte barrocos.
Como principal elemento de cambio, la prosa barroca se preocupa mucho más por las circunstancias sociales y añade mayores dosis de realismo, contenido moral y crítica social. Esto no es más que la continuación del camino iniciado por los autores de la novela picaresca, que en el Renacimiento tardío ya empezaron a lidiar con asuntos menos idílicos y bucólicos y más con la cruda realidad de las clases bajas y las injusticias sociales.
La prosa sigue, en general, dividida entre la ficción y el ensayo. No obstante, esta división que era tan clara durante el Renacimiento se hace ahora más difusa, y en ocasiones ambas escuelas se mezclan.
En el ámbito de la ficción, quedan casi definitivamente abandonados los géneros más propiamente renacentistas (las historias idealistas y exóticas de las novelas pastoriles, bizantinas o de caballerías), si bien ocasionalmente siguen apareciendo novelas de este corte.
En lógica consecuencia, lo que se desarrolla más durante el Barroco es la otra gran tendencia de la que hablábamos. La novela corta y la novela realista ocupan el lugar de la abandonada novela pastoril, y se desarrollan siguiendo el ejemplo del exitoso Lazarilo de Tormes.
Una de las mayores innovaciones de la prosa barroca es la aparición de la novela corta, un género que paradójicamente había sido abandonado en el Renacimiento en favor de novelas más extensas. Ahora se recupera, si bien con mayor acción y diálogo, para contar historias fundamentalmente cortesanas, relacionadas con el honor de los personajes de clase alta. Tirso de Molina, Castillo Solórzano y Lope de Vega son los mayores representantes de este ámbito.
Por otra parte, la novela lucianesca es otra aparición de esta época. Es también novela corta, pero de carácter satírico (muchas veces grotesco), que huye del realismo preponderante.
Los relatos costumbristas, por otra parte, anticipan el fuerte desarrollo del costumbrismo que estaba por venir. Se centran en la narración de las costumbres de la época por medio de diálogos, y tienen una intención básicamente didáctica.
En cualquier caso, estos últimos no son más que apariciones ocasionales que se salen de la norma más habitual, que siguió siendo la novela de corte realista encaminada a la crítica social.