Prosa del siglo XVIII
La narración en prosa que existía en el siglo XVIII no era creativa ni imaginativa, sino que más bien se centraba en su objetivo didáctico, como otras muchas obras de la época.
El autor Diego Torres Villarroel (1693-1770), consiguió con su obra titulada «Vida, ascendencia, nacimiento, crianza y aventuras del doctor D. diego de Torres» en el año 1743 varias cosas. Por una lado mezcló en su argumento matices de la novela picaresca con lo que en realidad era una obra biográfica; y por otro, consiguió captar la atención de Quevedo y de la novela realista de la anterior época. La descripción que hace en dicha obra trata de la mediocridad creativa que ha existido durante ese siglo.
Con respecto a la prosa didáctica, su función más importante sin duda es la de expresar el pensamiento que se tenía en esa época. uno de los autores más claves de este tipo de prosa fue el padre Feijoo (1676-1764), perteneciente a la orden benedictina, quien publicó en una de sus obras más célebres «Teatro crítico universal» (1727-1739) trescientos ensayos breves acerca de numerosos y diversos temas. Le da más importancia en ella al sentido común y al espíritu crítico de carácter moderado.
Otro aspecto a destacar es el elevado número de autores que dedicaron su tiempo a la investigación en lugar de en la creación. Por ejemplo, la figura de Tomás Antonio Sánchez, Gregorio Máyans y Siscar destacaría en la erudición literaria; Lorenzo Hervás y Panduro, por su parte, sobresaldrán en los materiales de naturaleza filosóficos con obras como «Catálogo de las lenguas conocidas». Finalmente, cabe destacar el trabajo de erudición que hizo el Padre Flçórez con su obra de 27 tomos titulada «España sagrada», la cual todavía hoy en día es muy utilizada.
Otro autor como Ignacio de Luzán (1702-1754) resaltó la importancia que tiene hacer un buen uso de las reglas en el arte de la literatura. Una de sus obras en las que lo hizo fue la denominada «Poética» (1737). Sus ideas fueron totalmente opuestas al Padre Feijoo, ya que éste abogaba por una independencia de las normas de la tradición española. La obra de Luzán utilizó como modelos obras como «Tratado de la perfecta poesía» de Muratori y «L’Art poétique», de Bolieau y marcó el fin de la poesía a través de la moralidad.
Como consecuencia de estos nuevos pensamientos implantados por Ignacio de Luzán, se llegó a una supeditación del arte literario al didactismo filosófico o ético.
Su crítica al teatro del siglo de Oro continuará con las consecuentes obras de este autor y, por último, también decidió aceptar las tres unidades de estructura teatral, con lo que volvió a romper con la tradición, que años después volverá a recuperarse con el movimiento del Romanticismo.