Prosa narrativa del siglo XVII (II)
Continuando el tema que iniciamos ayer, la prosa narrativa en el Barroco, hoy exponemos otro ejemplo de novela picaresca producida ya en el siglo XVII: se trata de la obra de Francisco de Quevedo Historia de la vida del Buscón, llamado don Pablos; ejemplo de vagamundos y espejo de tacaños (1603), más conocida como El Buscón.
Quevedo escribe ya esta obra bajo la influencia de las dos novelas picarescas que hemos nombrado con anterioridad: El Lazarillo de Tormes y El Guzmán de Alfarache; y, por tanto, encontramos en ella aspectos de estas dos obras como, por ejemplo, la forma autobiográfica.
Su argumento no es especialmente complicado, lo que pretende Quevedo es satirizar y caricaturizar la sociedad del momento por medio del lenguaje con un sentimiento de hostilidad hacia el hombre y el mundo que lo rodea. Todo en la obra se convierte en objeto de burla: la miseria, la vileza, la ruindad, el sufrimiento, etc.
Podemos hablar de la existencia de dos clases sociales en la obra:
-Una clase social basada en el linaje y en el nacimiento en una determinada familia que condiciona el estatus al que se pertenece.
– Una clase social que se basa en la posesión de riquezas.
Para Quevedo, ambas resultan falsas y todo en el mundo está disfrazado bajo una máscara, basado en falsas apariencias.
2. NOVELA ALEGÓRICO- FILOSÓFICA.
El segundo tipo de novela narrativa que encontramos en la prosa barroca del siglo XVII es la novela alegórico-filosófica. Esta alcanza su máxima expresión en la obra El Criticón, de Baltasar Gracián. A través de un argumento simple el autor refleja su propia visión de la vida, del hombre del momento y del mundo en general desde una perspectiva crítica. Se trata, pues, de una alegoría de lo que es la vida del hombre mediante la identificación de las distintas etapas de la vida humana y las estaciones del año. La obra se divide en tres partes:
– La primera parte corresponde a la primavera y al verano, y, en ella, se habla de la niñez y de la adolescencia.
– La segunda parte corresponde al otoño que se identifica con la edad adulta del hombre.
– La tercera parte, que corresponde al invierno, trata ya la última etapa de la vida del hombre, la vejez.
El criticón es un libro completo con multitud de aventuras e historias donde hallamos alegorías, fábulas, reseñas históricas, etc.
Un aspecto curioso que merece la pena destacar es la asociación que Baltasar Gracián hizo en los nombres de los personajes de su libro, pudiendo asociarse estos nombres a aspectos positivos o negativos de la condición humana. Veamos algunos ejemplos que ilustren el empeño y esmero que puso el autor al dar nombre a los personajes que circulan por las páginas de su obra:
– El personaje de Critilo se asocia a la razón.
– Andrenio representa la naturaleza del hombre.
– Felisinda, que lleva su nombre en honor a la felicidad.
– Honoria, que representa el honor.
– Hipocrinda reflejo de la hipocresía de la sociedad.
– Sofisbella que debe su nombre a la sabiduría.
– Vejecia que se identifica con la vejez.
– Artemia que corresponde al arte.
– Falsirena que tiene que ver con la falsedad.