Lírica del siglo XVIII
Las creaciones líricas que se produjeron en el siglo XVIII en España siguieron fielmente al principio, la línea marcada por el tradicionalismo en las dos vertientes en las que se manifestaba: las inspiraciones de la época barroca de Góngora y Quevedo, por un lado, y la inspiración clásica de Garcilaso de la Vega, Fray Luis y Herrera.
La primera vertiente generará un uso masivo del recurso de la metáfora y los juegos de ingenios; y la segunda tendrá una gran influencia en las nuevas escuelas de Sevilla y Salamanca que aparecieron en este siglo.
La poesía neoclásica tendrá éxito desde el momento en el que el autor Ignacio Luzán publique sus obras «Poética» y «Diario de los literatos de España». Los temas que tratarará esta nueva poesía se centrarán en la amistad, la sensualidad y la filantropía, dando de lado la fantasía.
Nicolás Fernández de Moratín destacará con sus quintillas tradicionales como «Fiesta de toros en Madrid». Tomás de Iriarte (1750-1791) y Félix Samaniego (1745-1801) por su parte, aplican las características del neoclasicismo a las fábulas.
Las obras de Tomás de Iriarte que más destacan son sus 76 fábulas originales con ensayos métricos como: «El burro flautista», «los dos conejos», «La mona» y «La abeja y el zángano». Este autor fue, además de poeta, comediógrafo y humanista.
Con respecto a las creaciones de Félix de Samaniego, quien fue perseguido durante mucho tiempo por la Inquisición, editó entre los años 1781 y 1784 las «Fábulas en verso castellano», cuyos dos volúmenes cuentan con un total de 256 fábulas, no todas originales, pues muchas se basan en Esopo, Fedro y La Fontaine, entre las cuales se encuentran: «La cigarra y la hormiga», «La lechera» y «La zorra y el arbusto».
Juan Meléndez Valdés (1754-1817) fue otro gran autor de esta época, y tuvo incursiones en la política francesa y un exilio que terminó con su muerte en Montpellier. Se le ha retratado como un hombre inclinado a los placeres mundanales, al vino y a las hembras, y de gesto altivo y grave. Los temas que trataba eran sobre todo relacionados con lo bucólico, la filosofía y el erotismo, tratado en ocasiones con obscenidad. Se consideraba un gran erudito debido a su contacto con los enciclopedistas franceses, los empiristas ingleses y los clásicos grecolatinos y españoles. Sus obras más destacables son: «La paloma de Filis», «A unos lindos ojos», «La despedida», «La flor de Zurguén», «Besos de amor», «La mañana de San Juan» y «Rosana en los fuegos». Algunas de estas obras se parecen bastante al paisaje utilizado en el romanticismo.
Manuel José Quintana (1772-1857), pasó unos años en la cárcel debido a su pensamiento liberal durante el Absolutismo de Fernando VII, sin embargo, en la época de Isabel II, se le concederá el reconocimiento merecido por el Senado. La temática de su obra gira en torno a la filosofía. Destacan obras como: «A la imprenta», «Al mar», «A Juan de Padilla», «Al combate de Trafalgar» y «El panteón del Escorial».