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Rubén Darío

Publicado por Aroa Plaza

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En el artículo de hoy vamos a hablar de Rubén Darío, figura cumbre del movimiento modernista, que revolucionó la estética de su tiempo.

Fue acusado de inautenticidad, cuando en realidad procuró ante todo manifestarse como “ciudadano del mundo”. De ahí sus continuos viajes, su interés por las civilizaciones lejanas y las épocas remotas, su atracción hacia Europa y Oriente. Deseaba descubrir el lado oculto de la realidad.

Desde Nicaragua, su país de origen, donde ya leía a los clásicos españoles, pasó a Chile y amplió sus conocimientos (Hugo, Musset, Baudelaire, Lamartine, etc.). Realizó viajes decisivos a España, París y Buenos Aires, poniendo en contacto con el movimiento a los jóvenes artistas.

Asumió la dirección del nuevo movimiento modernista, manifestando los fundamentos de su poética en el prólogo a Los raros (1896), donde se considera el introductor del Simbolismo en el mundo hispánico.

En 1896 aceptó para la tendencia que representaba el nombre de “Modernismo”, publicando este año el libro Prosas profanas.

Además de su notable contribución al movimiento modernista, Rubén Darío también fue un prolífico periodista. Trabajó para varios periódicos en América Latina y España, y sus crónicas periodísticas son consideradas como una parte importante de su obra. Su estilo periodístico, influenciado por su poesía, se caracteriza por su riqueza descriptiva y su agudo sentido crítico.

Veamos, ahora, su evolución poética:

Los libros Azul (1888), Prosas profanas (1896) y Cantos de vida y esperanza (1905) marcan la trayectoria de la estética de este escritor.

Antes de publicar Azul, aparecen sus primeras obras de signo romántico (Rimas, Abrojos), que, posteriormente, son rechazadas por el propio autor a pesar de anunciar en cierta medida la estética modernista.

Les sigue el volumen Epístolas y poemas, en el que ya se observan algunas de las innovaciones formales que caracterizan su obra. Se asimila la prosa artística francesa y se utilizan formas narrativas procedentes del Romanticismo como la leyenda.

Tras la publicación de Cantos de vida y esperanza aparecen el Canto errante (1907), Canto a la argentina (1910) y Poemas de otoño (1910), libros de marcado tono melancólico y decadente. Aquí, Darío se muestra ya agotado por la vida pero sigue reuniendo textos de gran calidad.

Los hitos fundamentales en la poesía de Rubén Darío son los siguientes:

Azul=Búsqueda: Aún no se produce la revolución métrica en el terreno de la lírica, aunque si existe una progresiva ampliación de los ritmos, renovación en la prosa con un lenguaje sinestésico y plástico, profusión de símbolos y figuras de repetición.

Por otra parte, los cuentos plasman cómo el artista se siente desplazado de la marcha de los acontecimientos en su sociedad (El sátiro sordo, El velo de la reina Mab, La canción del oro).

La adjetivación novedosa, el léxico aristocrático, el erotismo esencial, la sensualidad de las imágenes, los cambios de ritmos y de atmósferas preanuncian el mundo de Prosas profanas.Este mundo lleva en sí el germen de la decadencia.

Prosas profanas= culminación: es la obra de madurez del Modernismo, que por entonces comienza a ser aceptado como nueva estética. Se describe un mundo sensual y vitalista, recorrido por una gran corriente de espiritualidad.

Cantos de vida y esperanza= profundización: aquí se acentúan los estados de ánimo otoñales y melancólicos ya presentes en la obra anterior, las dos obras aparecen vinculadas en el poema introductorio (Yo soy aquel…), donde sin renunciar a su etapa anterior anuncia un nuevo modo en su producción, más pausado y meditativo.

En esta obra existe un balance final de Darío, plantea su carencia de fe y de ideales. En este periodo de crisis vuelve a preocuparse por el tema de Dios y por el porvenir de su pueblo, cifrado en el sentimiento de lo “hispánico”.

Además de su legado literario, Rubén Darío también dejó una huella profunda en la cultura hispánica y en la literatura mundial. Su influencia se puede ver en la obra de numerosos poetas y escritores posteriores, y su poesía sigue siendo objeto de estudio y admiración en todo el mundo. Su vida, marcada por el viaje, la búsqueda y la inquietud, refleja la esencia del espíritu modernista, y su obra es un testimonio de la riqueza y la diversidad de la literatura hispánica.