Lengua
Inicio Ortografía Practicando la «b» y la «v»

Practicando la «b» y la «v»

Publicado por Aroa Plaza

imagesCAFAY1LL

En la sección de ortografía de nuestro blog, hoy vamos a practicar la escritura de la “b” y la “v” mediante la corrección de este texto que contiene múltiples errores en cuanto a la ortografía de las palabras que contienen estas dos letras. Comencemos:

Texto:

“Havía una bez una vallena que vibía en las profundidades del mar. Se sentía sola y deprimida, deseava compartir su bida con alguien, pero savía que sus días acavarían sin nadie a su lado. Un día, cuando había perdido toda esperanza de encontrar algo o alguien que hiciera su vida más divertida, la ballena dibisó a lejos una silueta que no reconocía. ¿Qué será aquello? Un alga gigante, un trozo de madera perdido en aguas profundas… No, lo que la ballena beía era un baliente vuceador que había vajado hasta allí conmobido por la historia de una bieja ballena que bivía sola y avandonada que unos marineros borrachos le havían contado. La vallena se acercó con cuidado hacia la sombra y cuando estubo tan cerca como para ber de forma nítida lo que en un primer momento era una silueta vorrosa, aquello que vio le pareció el animal más hermoso del mundo (nuestra ballena nunca había oído havlar de los humanos) y se aproximó aún más al buceador. Por su parte, él decidió abanzar también hacia ella; entonces, cuando estavan tan cerca que casi podían tocarse, amvos se quedaron quietos, ovservándose. El tiempo se detubo, este momento sería inolvidable para los dos y el baliente vuceador, tomando la iniciatiba, alargó su brazo vuscando una caricia. En aquel momento, la ballena se dio la buelta con tal brusquedad que el buceador fue alejado barios metros del animal. El hombre no entendió nada y la ballena lo supo todo, no quería la compasión, el afecto por uno segundos de alguien que jamás volbería a ver. Sola havía sentido la tristeza y la necesidad de una forma abstracta, pero si dejava que aquel ser la rozara conocería un sentimiento aún más doloroso, aquel que deja la pérdida de lo que se quiere.»

Texto corregido:

“Había una vez una ballena que vivía en las profundidades del mar. Se sentía sola y deprimida, deseaba compartir su vida con alguien, pero sabía que sus días acabarían sin nadie a su lado. Un día, cuando había perdido toda esperanza de encontrar algo o alguien que hiciera su vida más divertida, la ballena divisó a lejos una silueta que no reconocía. ¿Qué será aquello? Un alga gigante, un trozo de madera perdido en aguas profundas… No, lo que la ballena veía era un valiente buceador que había bajado hasta allí conmovido por la historia de una vieja ballena que vivía sola y abandonada que unos marineros borrachos le habían contado. La Ballena se acercó con cuidado hacia la sombra y cuando estuvo tan cerca como para ver de forma nítida lo que en un primer momento era una silueta borrosa, aquello que vio le pareció el animal más hermoso del mundo (nuestra ballena nunca había oído hablar de los humanos) y se aproximó aún más al buceador. Por su parte, él decidió avanzar también hacia ella; entonces, cuando estaban tan cerca que casi podía tocarse, ambos se quedaron quietos, observándose. El tiempo se detuvo, este momento sería inolvidable para los dos y el valiente buceador, tomando la iniciativa, alargó su brazo buscando una caricia. En aquel momento, la ballena se dio la vuelta con tal brusquedad que el buceador fue alejado varios metros del animal. El hombre no entendió nada y la ballena lo supo todo, no quería la compasión, el afecto por uno segundos de alguien que jamás volvería a ver. Sola había sentido la tristeza y la necesidad de una forma abstracta, pero si dejaba que aquel ser la rozara conocería un sentimiento aún más doloroso, aquel que deja la pérdida de lo que se quiere.»