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Practicando ortografía

Publicado por Aroa Plaza

Orto

En La Guía 2000 nunca nos olvidamos de lo importante qué es la ortografía y como su buen uso constituye una muestra de respeto tanto al idioma como al lector, te proponemos un texto plagado de faltas de ortografía que tú tendrás que corregir. Una vez realizada la tarea, sería conveniente que reflexiones sobre la norma que rige la correcta escritura de los errores que hayas podido cometer y escribas una frase con cada una de esas palabras que han presentado dificultad. Como ya sabes, en nuestra sección de ortografía podrás encontrar toda la información que puedas precisar para abordar este ejercicio.

Texto:

Era berano y aquellos chicos hechaban de menos el mar. Hacia mucho tiempo qué no estavan todos juntos y decidieron que no pasaria un día mas sin que las holas mojaran los pies de todos y cada uno de eyos. En aquella ocasion elijieron la costa portuguesa para realizar sus deseos. Aunque un monton de maletas casi impedían cerrar los maleteros de los coches, un hotel con vistas a la plalla y sus risas era todo lo que necesitavan. La carretera, los servicios de las gasolineras, la musica, el bocadillo de las cinco, las mil y una historias que se contaban construian el viage y presajiavan unos inolvidables días. Cuantos más peajes se saltaban más cerca se sentia el olor a mar e imaginaban ya la sal de sus aguas pegada a su piel. Despues de oir un millón de veces que si quedaba mucho, de pronto una voz dijo: -¡yegamos!

Lla estaban allí. Ellos, el mar, el hotel con decoracion de los locos años ochenta y unas escaleras que recordavan a los sanatorios de las peliculas donde enfermos y locos paseaban día y noche, noche y día. Dejaron los trastos y sin esperar mas salieron hacía la playa, pisaron la arena, fijaron su vista en el orizonte y, finalmente, se miraron a los ojos los unos a los otros. Todos sabían que allí era donde debían estar, corieron al agua y sintieron que aquellas ivan a ser unas grandes bacaciones.

Solución:

Era verano y aquellos chicos echaban de menos el mar. Hacía mucho tiempo que no estaban todos juntos y decidieron que no pasaría un día más sin que las olas mojaran los pies de todos y cada uno de ellos. En aquella ocasión eligieron la costa portuguesa para realizar sus deseos. Aunque un montón de maletas casi impedían cerrar los maleteros de los coches, un hotel con vistas a la playa y sus risas era todo lo que necesitaban. La carretera, los servicios de las gasolineras, la música, el bocadillo de las cinco, las mil y una historias que se contaban construían el viaje y presagiaban unos inolvidables días. Cuantos más peajes se saltaban más cerca se sentía el olor a mar e imaginaban ya la sal de sus aguas pegada a su piel. Después de oír un millón de veces que si quedaba mucho, de pronto una voz dijo: -¡llegamos!

Ya estaban allí. Ellos, el mar, el hotel con decoración de los locos años ochenta y unas escaleras que recordaban a los sanatorios de las películas donde enfermos y locos paseaban día y noche, noche y día. Dejaron los trastos y sin esperar más salieron hacia la playa, pisaron la arena, fijaron su vista en el horizonte y, finalmente, se miraron a los ojos los unos a los otros. Todos sabían que allí era donde debían estar, corrieron al agua y sintieron que aquellas iban a ser unas grandes vacaciones.